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Don Miguel Rúa le había comunicado que no podía
moverse del Oratorio, porque don Francisco Provera
estaba desmejorado; y que él, al confiarle el
encargo de hacer, de la mejor manera posible, los
cambios del personal de las diversas casas para el
nuevo curso, le rogaba tuviera todas la atenciones
con el querido hermano, Consejero del capítulo.
Muy querido Miguel:
Ya puedes preparar el cambio del personal, pero
haz lo posible para que todo se haga sponte
(espontáneamente) y no coacte (por presión). Si
surgen dificultades, déjalas de mi cuenta.
El domingo al mediodía irá el barón Carlos
Ricci a déjeuner en el Oratorio: comerá con los
demás en el refectorio. La dificultad está en que
yo no podré encontrarme ahí.
Tengo entre manos algunas cosas, que parecen
útiles para la gloria de Dios y para los intereses
materiales de nuestras casas, mas no puedo
despacharlas aprisa. El próximo martes espero
estar en Turín. Si te faltan misas para el domingo
puedes llamar a alguno de Lanzo, y también
pedírselo al teólogo Pechenino.
Mi salud ha dado un paso atrás, pero ya marcha
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bastante bien. Te saludan los de casa Vallauri,
Violino, Campana, etc.
Dile al querido Lago que, de seguir así,
llevaré a Turín medio ejército para nuestra
armada.
Dios nos bendiga a todos. Créeme
Peveragno, 16-10-1872.
Afmo. en Jesucristo
JUAN BOSCO, Pbro.
P. D.-Ten todos los miramientos posibles con
don Francisco Provera; si le parece bien, vaya a
Chieri o adonde más le convenga.
El matrimonio Carlos Bertinetti y Octavia
Debernardi, de Chieri, le dejaron todos sus
bienes, incluida una hermosa casa, que sirvió
después para abrir el Oratorio de Santa Teresa.
Era la misma en donde él, siendo estudiante de
bachillerato, había rendido examen para tomar la
sotana, y adonde, por entonces, enviaba, en caso
de necesidad, a algunos hermanos para descansar.
Había escrito que hasta el día 15 le enviasen
cartas e impresos a Peveragno, y que aquel día por
la noche estaría en Mondoví en casa del caballero
doctor Tomás Vallauri, de la Real Universidad de
Turín, donde se quedaría tres días, es decir,
hasta la noche del 18. Pero el 16 estaba todavía
en Peveragno, y el 19 escribía otra vez a don
Miguel Rúa desde Mondoví, porque éste le había
notificado que una
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