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de una generosa donación al Oratorio, si le
obtenía el título de Caballero de los Santos
Mauricio y Lázaro. En efecto, al pie del
mencionado escrito, iniciado en 1870, se
encuentran estas añadiduras, precisamente de puño
y letra de don Bosco, que copiamos literalmente:
Cooperó con sus propios medios a la
construcción de la carretera junto al río Ellero,
que va de la llanura del Valle a Borgasto. Lo cual
resolvió una grave incomodidad y proporcionó fácil
camino a los viandantes, carros y coches públicos
y privados.
Por último, al enterarse de que el Centro de
San Francisco de Sales para muchachos desamparados
se encontraba en graves apuros para saldar cuentas
pendientes y para abastecerlos de pan, que les
faltaba del todo, movido por verdadero espíritu de
caridad hizo el notable donativo de cinco mil
liras.
Por todos estos títulos y el buen uso, que
ciertamente seguirá haciendo de sus bienes, se
eleva esta humilde, pero encarecida súplica, a S.
E. el comendador Castelli para que le sea
concedida al señor José Besio la condecoración de
los Santos Mauricio y Lázaro.
Se interesaba por todo y por todos con
solicitud más que paternal. Durante los días en
que fue huésped de don Pedro Vallauri, el cual le
quería tanto que, al morir, le dejó heredero de su
patrimonio, al tiempo que despachó otras gestiones
y realizó algunas visitas por los alrededores, no
olvidó nunca a sus hijos y a sus bienhechores.
((**It10.383**)) La
condesa Callori, que también le proporcionaba
medicinas, le había pedido oraciones particulares
para obtener una gracia, y él respondía
solícitamente:
Mi buena Mamá:
He dirigido las oraciones, que se rezan en esta
Casa cada mañana y cada noche ante el altar de
María, para obtener de Dios la gracia que tanto
anhela. Usted me dice que es esencialísima, sin
decirme cuál es, pero estoy convencido de que será
algo para bien del alma y la mayor gloria de Dios.
En mi poquedad tendré un memento especial en la
santa misa.
Para cuando pase el señor Obispo de Fossano por
Turín, creo que ya estaré de vuelta en casa; y,
siendo como es señor nuestro, y de nuestras cosas,
puede venir directamente adonde está don Bosco sin
hacer antesala de ningún género.
Las píldoras aún no se han agotado, pues tuve
que dejar de tomarlas algún día, porque me
causaban gran picor en la garganta. Su número
quedó bastante reducido.
Dios conceda toda suerte de bienes a usted y a
toda la noble caravana y créame en Jesucristo
Turín, Peveragno (sic), 15-10-1872.
Su
seguro servidor y pilluelo
JUAN BOSCO, Pbro.
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