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Tenía don Bosco verdadera necesidad de
descanso; y tal vez, el viaje le cansó tanto, que
le tocó a Enría tenerlo que asistir continuamente
durante varias noches en Alassio. Allí se le
comunicó que todo estaba preparado para la
adquisición de la iglesia y el convento de San
Cayetano en San Pier d'Arena, adonde trasladaría
el Oratorio que se había abierto en Marassi. El 16
de julio estaba en Génova.
Fue singular la ayuda que encontró para aquel
contrato, según se leía en un artículo del
Osservatore Romano, del 2 de mayo de 1876,
redactado con noticias recogidas por algunos
señores genoveses.
<((**It10.364**)) un
millar, con un clero que, en vez de aumentar en
proporción a la necesidad, iba menguando cada día
con el frecuente fallecimiento de los sacerdotes.
Las cosas habían llegado a tal extremo que aquella
ciudad, en punto a religión, decían los señores
genoveses, era conocida entre nosotros con el
nombre de pequeña Ginebra. >>Cómo implantar una
institución religiosa en aquel pueblo? Dejémoslo
por cuenta de don Bosco.
>>De acuerdo con el celosísimo Arzobispo de
Génova, y apoyado por él, don Bosco intentó
alquilar una vivienda, mas no la encontró; quiso
comprar y no logró nada. En aquel momento salió a
la venta la iglesia de los Muertos o del
Cementerio, con un pequeño edificio anejo. Mil
oposiciones, mil dificultades impedían el
contrato. Gracias a los buenos oficios de algunos
dignos sacerdotes y de algún seglar del pueblo,
logróse por fin formalizar la compra. Pero se
requería una notable cantidad que había que pagar
al contado. Con tal motivo se puso de manifiesto
la caridad de los genoveses, los cuales,
considerando el mucho bien que podría recabarse de
aquella obra para la religión y para la sociedad
civil, contribuyeron de buena gana, y se compró y
pagó el inmueble>>.
He aquí cómo se llevaron adelante las
negociaciones. A través de don Pablo Albera y de
los hábiles socios de la Conferencia de San
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