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emplazamiento del mismo, sería de estilo románico.
El autor se compromete a presentar en breve el
plano detallado para su aprobación por la
Autoridad Municipal.
En el centro de la manzana, frente a la avenida
del Rey, se levantaría la fachada de la iglesia,
que tendría tres naves en su interior, con una
medida en conjunto de veintiún metros y veinte
centímetros de anchura, por cincuenta y siete
metros con setenta centímetros de longitud en su
nave mayor, dimensiones indispensables para servir
al Hospicio y a la numerosa población, que habita
en aquellos contornos, y especialmente a la
muchedumbre de chicos que afluyen a aquella zona
desde diversos puntos de la Ciudad.
A mano derecha de la fachada del templo, y
siempre frente a la avenida del Rey, se
construiría el Hospicio que podría después
extenderse también hacia la calle Madama Cristina,
rodeando el patio, que tendría suficiente
superficie para los juegos de los chicos pobres.
El amplio subterráneo de la iglesia, levantado
a siete peldaños sobre el suelo de la avenida del
Rey, servirá para diversos usos del Hospicio, como
comedor, almacenes, etc., lo mismo que ya hizo el
propio don Bosco bajo la iglesia del Oratorio de
San Francisco de Sales, aquí en Turín, destinando
gran parte a escuelas nocturnas.
Este emplazamiento es el único que se ha
encontrado como posible para obtener las
necesarias dimensiones, con comunicación a la
calle de San Pío Quinto, destinando la fachada de
la iglesia y la principal del Hospicio a
ornamentación de la gran avenida del Rey, y, en
efecto, para mejor disposición de las partes
quedaría la fachada de la iglesia justamente en el
centro de la manzana, que, con el tiempo, podría
llegar a ser casi toda hospicio, si se pusiera en
venta el pequeño edificio hacia la calle Ormea.
Para realizar este grandioso proyecto, además
de los tres mil quinientos metros cuadrados, ya
comprados por don Bosco y con las concesiones
obtenidas del señor Fantini, propietario de la
casa, que hace ángulo con la calle Pío Quinto y
Madama Cristina, falta todavía, para completar el
área ahora necesaria, una pequeña longuera de
tierra, a levante, que forma parte del almacén de
piedras del señor L. Enrique Morglia.
Esta parcela tiene una superficie de
trescientos veintiocho metros cuadrados, que son
casi nueve tablas de la antigua medida piamontesa;
está señalada en el plano adjunto con una línea
amarilla.
Habiendo resultado inútiles todos los intentos
realizados por quien esto escribe, para inducir al
señor Morglia a la cesión de la mencionada
longuera de tierra, aun cuando tenía facultad,
concedida por don Bosco, para pagarlo por encima
de su valor real, para no cortar y echar a perder
los planos, que el distinguidísimo Arquitecto está
proyectando, se atreve el reverendo don Bosco a
recurrir a S. S. R. Majestad suplicando que, en
aplicación de la ley del 25 de junio de 1865 n.°
2359, quiera dignarse considerar como obra de
utilidad pública las proyectadas construcciones,
tanto más cuanto que el terreno ((**It10.352**)) que se
debería separar del almacén del señor Morglia
serviría para regularizar las dos propiedades con
una línea perpendicular a la avenida del Rey, y de
este modo se haría factible un proyecto que, de no
ser así, habría que alterar y perdería su
importancia y la grandiosidad que quiere darse a
un Instituto de beneficiencia y de utilidad
pública, para el cual se gastarán, dentro de dos
años, más de trescientas mil liras. Puede el
reverendo don Bosco garantizar la petición de la
pequeña superficie de terreno que le falta para la
realización de su vasto proyecto, con la hipoteca
legal de todo el terreno, comprado ya por él hasta
el presente, en esta manzana, y que le cuesta
setenta mil liras.
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