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A la instancia iba unida una exposición
detallada de las construcciones que se querían
hacer, redactada por el conde Carlos Reviglio de
la Veneria, de la forma más clara y exacta posible
para hacer comprender la gran conveniencia y
necesidad de la petición que se dirigía al
Soberano.
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RELACION
Sobre el proyecto del Hospicio y Escuelas para
niños pobres que el reverendo don Juan Bosco desea
construir en Turín, en la manzana de San Bernolfo
n.° 19, de la sección de San Salvario, con iglesia
pública dedicada a san Juan Evangelista.
El reverendo don Juan Bosco, fundador del
grande y pobladísimo Oratorio de San Francisco de
Sales en Valdocco y de otras Obras piadosas, que
este benemérito Padre de los pobres creó no sólo
en Turín, sino también en diversas provincias del
Estado, llevaba dos años proponiéndose levantar un
nuevo edificio de utilidad pública aquí en Turín,
en la manzana de San Bernolfo, n.° 19, de la
sección de San Salvario, entre la calle de San Pío
Quinto y la de Madama Cristina, con frente a la
avenida del Rey.
Escogía esta zona porque desde la plaza de
armas hasta el Po, en una extensión de unos tres
kilómetros, no se encuentra, para los numerosos
habitantes que la pueblan, ni una escuela para
niños, ni una iglesia para el culto religioso. Con
este fin, hace ya muchos años, abrió don Bosco el
pequeño Oratorio de San Luis con escuelas y patio
de recreo; pero, al prolongar la calle de San Pío
Quinto, este centro quedó dividido en dos partes
y, en consecuencia, inutilizado para cumplir su
finalidad.
Para poner remedio a la estrechez de dicho
Instituto aún abierto, y aunque insuficiente, el
activo don Bosco está decidido a edificar una gran
iglesia, que sirva a aquella población, y un
edificio capaz para escuelas, hospicio y patio,
donde entretener a los muchachos durante las horas
del recreo y particularmente en los días festivos,
preservándolos de los peligros de la inmoralidad,
preparándolos para un arte u oficio y formándolos
como ciudadanos obedientes a las leyes.
Después de haber trabajado siempre con este
utilísimo fin y superado graves dificultades, ha
llegado ya don Bosco a ser propietario de unos
tres mil quinientos metros cuadrados de terreno,
que ha ido comprando, casi palmo a palmo, a
diversos propietarios, pagándolo proporcionalmente
a los edificios sitos en él, todos ellos
inservibles y que hay que derribar.
En estas adquisiciones ha gastado ya don Bosco
la enorme cantidad de setenta mil liras y ha
confiado el trazado de los planos de este su gran
proyecto a mi óptimo y queridísimo amigo el conde
Eduardo Arborio Mella de Vercelli, quizá el
primero y más profundo conocedor entre nosotros de
la arquitectura de la edad media, por él estudiada
con amor grandísimo no sólo en Italia, sino
también en Alemania, Normandía e Inglaterra
durante varios años; son muy conocidos los
estudios por él publicados, los monumentos
construidos y las basílicas restauradas, para
asegurarnos que nuestra Turín adquiriría de este
maestro un monumento, que serviría de lustre,
decoro y ornamento grandísimo a uno de los barrios
más concurridos de la Ciudad.
El monumento, que ((**It10.351**)) ahora
proyecta el conde Mella, cuyo anteproyecto tengo
el honor de presentar aquí, suscrito por mí con
fecha de hoy, para mostrar el
(**Es10.323**))
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