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Una de las cosas que más deben interesar a
nuestro corazón es ciertamente la educación
cristiana de los niños y jovencitos, confiados por
Dios a nuestro cuidado pastoral. Teniendo toda la
razón para confiar que esta educación se dará
perfectamente en el Colegio de Valsálice, sito en
el territorio de esta nuestra ciudad arzobispal,
dirigido ahora por el muy reverendo don Juan
Bosco, recomiendo muy encarecidamente este colegio
a todos los padres y tutores y a todas aquellas
personas a quienes compete cuidar de la educación
de niños y jovencitos, ya que estamos convencidos
de que goza de las bendiciones de Dios, merced a
las cuales los alumnos allí educados crecerán
óptimamente en las letras y en las ciencias y, al
mismo tiempo, progresarán en la que supera
infinitamente a todas las demás ciencias, a saber,
en la Sabiduría cristiana.
Turin, 6 de julio de 1872.
>> LORENZO, Arzobispo
La aceptación del Colegio Valsálice fue para
don Bosco un verdadero sacrificio. No omitió nada
para elevarlo a su apogeo. El día 3 de octubre le
comunicaba el Real Delegado Provincial de
Enseñanza, Garelli, que el Consejo Escolástico
aprobaba su reapertura. Pero enseguida surgió una
porfía de lenguas maldicientes, ya que el mismo
que había suplicado a don Bosco que salvara el
honor del Clero empezó a denigrar a sus hijos, por
miedo a que el éxito de la nueva dirección
desluciese la fama de la anterior. Se tachaba a
don Bosco de presuntuoso al emprender la educación
de los hijos de familias nobles, se tildaba de
gente vulgar a los destinados ((**It10.347**)) como
educadores, y se apartaba con mil otras patrañas a
los señores de colocar a sus hijos en Valsálice.
íPobre don Bosco! Los primeros años no alcanzó
a tener más de veinte alumnos, con un gasto
enorme, puesto que sólo el alquiler subía a siete
mil liras anuales. Pero el director, don Francisco
Dalmazzo, supo ingeniarse de tal modo, que
consiguió, por fin, llegar a los cien alumnos. Don
Bosco compró por ciento veinte mil liras el
Colegio, que se destinó, en 1887, a la formación
de clérigos para las misiones extranjeras. El
Señor disponía, pocos meses después, que el cuerpo
del Santo pudiera ser enterrado allí, donde
permanecieron sus restos mortales hasta 1929, año
en que fue elevado al honor de los altares.
4. Las iglesias de San Juan Evangelista y de San
Segundo
La instancia presentada para la expropiación de
la longuera de tierra del señor Morglia llevaba
unos meses en el Ayuntamiento. El
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