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vida normal ((**It10.342**))
durante tres años más, al cabo de los cuales, ante
la disminución de alumnos y el aumento de las
deudas, la Sociedad se vio en la imposibilidad de
seguir haciendo frente a los gastos. Fue entonces
cuando el teólogo Barone puso al corriente de la
grave situación a su condiscípulo monseñor
Gastaldi, que acababa de tomar posesión de la
diócesis. Entrególe, además, una relación escrita,
confiando que el nuevo Arzobispo animaría a todos
los obispos del Piamonte a formar parte de la
dirección de la Sociedad, y buscar nuevos socios,
dándole así forma estable y segura.
El Arzobispo, interpelado sobre el asunto aun
antes de tomar posesión de la diócesis, contestó
que debía pensar en su Seminario antes que en un
colegio. Pero, movido por los insistentes ruegos,
después de examinar la documentación que le había
sido entregada sobre la crisis del 1869 y
considerar el deplorable estado en que de nuevo se
encontraba el Colegio con sus grandes deudas, tuvo
la idea de arreglar su situación confiando la
dirección del mismo a don Bosco, precisamente
cuando éste iba a hablarle del Seminario
Interdiocesano.
Como ya hemos dicho, pareció en un principio
que Monseñor aprobaba el proyecto de don Bosco,
pero pasó luego de repente a exponerle el triste
estado en que se encontraba el Colegio Valsálici,
la urgente necesidad de salvar el honor del Clero
turinés, y le invitó a que se encargara de la
dirección del mismo.
Observó don Bosco que no era aquél el campo de
la obra salesiana, fundada para los hijos del
pueblo; pero el Arzobispo insistió hasta casi
declarar que se lo quería imponer. Entonces el
Santo inclinó la cabeza, añadió que pediría el
parecer a su Consejo, y que se lo comunicaría
después.
Apresuróse Monseñor a dar cuenta del coloquio
al teólogo Barone, y le dijo que fuera a rogar a
don Bosco que no se negara al Arzobispo. Obedeció
el Teólogo y, con las lágrimas en los ojos, se
puso incluso a sus pies repitiendo que sólo el
nombre de don Bosco podría devolver el prestigio
al Colegio.
Don Bosco reunió a su Consejo. Todos sus
miembros votaron en contra, repitiendo que estaba
fuera de nuestro programa la educación ((**It10.343**)) de la
juventud de las clases elevadas. Comunicó el
resultado de la votación al Arzobispo y éste
volvió a insistir de forma casi perentoria. Don
Bosco reunió otra vez el Consejo y, después de
decir que había recibido casi un mandato y que le
parecía conveniente evitar un choque con el nuevo
Superior eclesiástico, rogó volviesen a votar.
Todos los miembros del Consejo, riendo, íecharon
todos bola blanca!
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