((**Es10.288**)
Un cáliz sencillísimo, así
contigo estréchanse
tal es nuestro presente, las
almas en unión
a la par rico símbolo
formando en lazo sólido,
de nuestro amor ardiente. un solo
corazón.
Un don mayor quisiéramos
digno de la bondad Y
cuando acerques férvido
de tu espíritu próvido, por el
amor divino
ascua de caridad. tus
labios al Santísimo
transustanciado vino,
Que cuando los Santísimos piadoso
Tú suplícale,
Misterios celebrases, al que
es del mundo Rey,
y de Sión en la cúspide que
resplandezca fúlgida
a Dios por nos rogases, en
nuestra alma la fe.
en este cáliz trémulo
la sangre de Jesús Que en
este cáliz ebrios
al Señor del Empíreo y
ardientes como cirios
nos la ofrecieras Tú: crezcan
tus hijos cándidos
cual
perfumados lirios;
Entonces, Padre, acuérdate sean
consuelo y gloria
que así como a millares l en tu
avanzada edad,
las sacras gotas únense corona,
honor y mérito
de Dios en los altares, toda la
eternidad.
((**It10.312**)) Eran
muchísimos lo que habían preparado poesías, cartas
y composiciones afectuosas en italiano, latín y
piamontés; naturalmente, no consiguieron leerlas
en la velada. Corrieron hacia él a porfía, como
sucedía siempre en su fiesta onomástica, pero sólo
los más listos y atrevidos fueron desfilando con
sus declamaciones. Los demás se acercaron, al fin,
para besarle la mano y entregarle sus escritos.
íFue un triunfo de amor!
Del himno <>, original
de Francesia e instrumentado por De-Vecchi, no
hemos hallado copia.
Tenemos, en cambio, un soneto de don Juan
Bautista Lemoyne, que quizás fue leído en la
sobremesa, y que nos complace traer aquí:
Soneto
Cuántos años brilló en mí esa
mirada
que me inundó de paz y de
alegría;
pero la enfermedad, con mano
fría,
veló en ellos la luz enamorada.
En tus ojos la dicha acostumbrada
mi corazón leer ya no podía,
y la risa que en otro tiempo
ardía
tus hijos la veían apagada.
(**Es10.288**))
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