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Oratorio y los representantes de las otras Casas,
y don Bosco repitió brevemente los sentimientos de
la más viva gratitud a sus hijos. Después, los
directores informaron sobre la marcha de sus casas
y también don Domingo Pestarino leyó una relación
sobre el Instituto de las Hijas de Maria
Auxiliadora, que fue muy del agrado de don Bosco.
El dia 17 se dieron gracias solemnes a Maria
Auxiliadora por el singular favor, concedido al
amadisimo padre.
Hacia notar el canónigo Anfossi:
<((**It10.311**)) no
aceptó, ni respondió a la invitación; se marchó
directamente al coche, sin despedirse de don
Bosco. Me acerqué entonces a él y le dije;
-Don Bosco, no me ha gustado esta salida; la
fiesta no ha acabado bien. >>Qué ha pasado?
Y don Bosco me contestó:
-íNada! El Arzobispo quisiera estar
personalmente a la cabeza de la Congregación y
esto no puede ser; de todos modos ya veremos...>>.
A la función religiosa siguió la fiesta de
familia. Don Bosco se sentó en la tribuna, y
empezó la velada. Se cantó el himno <>, con música de Cagliero, e
instrumentado para banda por De-Vecchi. Se ofreció
al buen Padre un cáliz de plata, costeado con el
fruto de las pequeñas ofrendas de los alumnos. Se
encargó de ello el joven Esteban Trione, que lo
hizo leyendo, en tono declamatorio, estos versos
compuestos aquella misma mañana por don Juan
Bautista Lemoyne:
De tus hijos la dádiva y del
día en que incólume
acepta cariñosa:
volviste del rigor,
un don que haga memoria y nos
trocaste en júbilo
de la fiesta dichosa el
áspero dolor.
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