((**Es10.271**)
Y casi no daba tiempo a nadie ni para
preguntarle por su salud.
Pedía informes de su casa; cómo estaban los
hermanos, los alumnos internos, los externos, los
bienhechores. Y cuando se despedían, les agradecía
la visita, y les rogaba saludaran a los compañeros
y a los alumnos y que les agradecieran las
oraciones que habían hecho por él.
-Los bendigo a todos, decía, y pido a Dios que
les conserve la salud en este mundo, hasta que nos
junte a todos en el paraíso. íLas cosas de esta
tierra son pasajeras! íEl paraíso es eterno!
((**It10.293**)) La
visita de Rossi resultó agradabilísima para el
dulcísimo Padre. Le decía Enría a Buzzetti:
<>En los días pasados había que sostenerlo
entre dos; al aumentar las fuerzas, tomó el bastón
para apoyarse; pero hoy caminaba sin ayuda alguna.
Come con bastante apetito.
>>A eso de las cinco de la tarde siempre le
viene una fiebre ligera, que suele durarle hasta
medianoche. Lo suficiente para no dejarle dormir
hasta la una o las dos. Es el efecto de los
granos, que siguen apareciendo.
>>Los visitantes, sobre todo de Génova, se
suceden tres o cuatro veces por semana. Han venido
el barón Cataldi y muchos otros señores. Hoy
estuvo el señor Canale y esta tarde el Párroco de
Alassio con don Francisco Cerruti, director de
aquel colegio. Don Bosco experimenta una gran
alegría, en medio de sus dolores, al volver a ver
a los suyos.
>>Recibí la hermosísima carta del maestro
De-Vecchi y se lo dije a don Bosco. Quiso verla,
alabó su caligrafía, la leyó de cabo a cabo, y se
quedó tan contento que me dijo:
>>-Tiene un corazón verdaderamente bueno y
cristiano; dale las gracias de mi parte por las
oraciones que ha hecho para mi curación.>>
Y Rossi, en el colmo de una santa alegría,
escribía a don Miguel Rúa: <>Me preguntó un sinfín de cosas del Oratorio y
particularmente por usted y todos los Superiores.
Estuvo levantado desde las diez de la mañana hasta
las cinco y media de la tarde.
(**Es10.271**))
<Anterior: 10. 270><Siguiente: 10. 272>