((**Es10.27**)
Otro alumno, del mismo nombre y apellido que el
recién mencionado, José Gamba, natural de
Buttigliera de Asti, que fue después sacerdote
salesiano, y Provincial en Uruguay, ingresó en el
Oratorio en el verano de 1872, y la primera vez
que fue a confesarse con don Bosco, oyóle decir:
->>Quieres tener plena confianza conmigo?
-íSí, del todo!
-Bien; yo te preguntaré y tú me dirás la
verdad.
-Sí, toda.
Y el coloquio se desarrolló en estos términos:
-Hiciste esto, >>verdad?
((**It10.17**)) -íSí,
señor!
->>Esto no lo has hecho... ?
-íNo, señor!
Todas las preguntas, lo mismo afirmativas que
negativas, se ajustaban exactamente a la verdad.
Así que la confesión, que el muchacho empezaba con
miedo a no hacerla bien, por la confusión de ideas
y recuerdos que se enderezaban en su mente, acabó
con la seguridad de haber dicho cuanto debía decir
y sin callar nada. Una paz envidiable, que ya
jamás se alteró, llenó su alma: don Bosco había
leído en su corazón como en un libro. Y mientras
permaneció en el Oratorio, persuadido de que don
Bosco leía en las conciencias, no quiso cambiar
jamás de confesor, convencido de que no podía
hallar otro mejor, y tuvo, además, buen cuidado de
no cometer más faltas, para que el Santo no
tuviera que descubrírselas.
Leía don Luis Nai las Memorias Biográficas en
Santiago de Chile. Al ver que en ellas se hacía
mención de tantos y tantos detalles, se sintió
movido a enviar esta declaración a don Julio
Barberis:
<>-íEn este instante Veo presente ante mis ojos
tu porvenir!
>>Y siguió diciéndome lo que veía. Recuerdo que
experimenté interiormente en aquel momento una
alegría de paraíso y podría asegurar ahora bajo
juramento que, todo lo que me dijo don Bosco, se
ha cumplido>>.
Sobre este particular, que don Luis Nai repitió
a todos muchas veces y que nosotros hemos
publicado en el Boletín Salesiano 1, añadía
1 Véase: Boletín Salesiano en italiano,
noviembre 1918, pág. 219.(**Es10.27**))
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