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((**Es10.267**) envuelto en las mantas bien calientes, y después le servimos la comida. Dio, luego, cuatro o cinco vueltas por la habitación, sostenido entre tres. Estuvo levantado hasta las cinco. Durante este tiempo pasaron ordenadamente y en silencio todos los alumnos del colegio y besaron su mano. No le habían visto nunca, durante la enfermedad. Don Bosco no hablaba para no cansarse, pero se sentía tan feliz que le parecía no tener ya ningún mal. Pasaron, los últimos, los de la clase del clérigo Francisco Borgatello, que son unos cuarenta, entre internos y externos, y le regalaron caramelos y una pequeña cantidad de dinero recogida entre ellos. Conmovía ver el amor y alegría con que le ofrecían su regalo. Nuestro padre lo aceptó con agrado y, después de darles las gracias, entregó un caramelo a cada uno. Ellos lo recibían respetuosamente y besaban su mano. íEl pobre padre estaba muy contento! Y reía satisfecho. >>A las cinco volvió a acostarse y durmió tranquilo, de seis a siete, y después, de las diez hasta el alba...>>. Los alumnos de Varazze comprendieron también cuánto los quería el Santo. Había encargado a menudo al Director que los saludara de su parte; mandó llamar varias veces al maestro de música (como contaba don Juan Bautista Urbano, a la sazón alumno de aquel colegio) para hacerle corregir algunos defectos en la ejecución de los cantos, que había oído interpretar. Cuando más grave estuvo, oyó llorar a un chico en el patio, bajo su ventana; no lo pudo aguantar y dijo al punto a Enría: -Por favor, corre enseguida a ver qué ha hecho ese pobre muchacho. Acudió Enría y supo que lloraba porque su madre, que había ido a verle, se había marchado; unas buenas palabras y un caramelo le calmaron. Era así de compasivo el corazón de don Bosco: no podía tolerar que los muchachos sufriesen. Si llegaba a saber que ((**It10.289**)) un asistente había maltratado a alguno, le reprendía severamente. Un día de fiesta colegial recomendó al prefecto que los alegrase, sirviéndoles un plato extraordinario en la comida. El día 15 de enero escribía Enría a Buzzetti: <>->>Quién ha enviado todo eso? >>-Buzzetti, le contesté; y le saluda con todo el cariño de su corazón. >>-Buzzetti, me dijo, me manda siempre tapioca y otras cosas, y no es capaz de venir a visitarme. Me gustaría tanto... (**Es10.267**))
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