((**Es10.262**)
Hizo anotaciones en un cuaderno, dio clase a
Campi y a Turchi, escribió dos cartitas y trató
varios asuntos. Le rogábamos que tuviera
precaución, pero la alegría de verle mejorado y
poder oírle hablar, tal vez nos hizo ser crueles
con él. Por eso, al atardecer, el médico le
encontró el pulso más agitado y un dolorcillo de
cabeza. Pero pudo dormir por la noche sin
molestias, y esta mañana vuelve a encontrarse
bien, aunque algo cansado.
Oyó de labios de don Juan Cagliero, que llegó
ayer aquí a las ocho y media, y se enteró antes,
por carta de don Celestino Durando, lo mucho que
ahí se reza, y tuvo con ello gran satisfacción.
Esperamos, por ahora, que todo pueda seguir bien y
que, si toda la semana discurre como hoy, con días
serenos y hermosos de verdadera primavera, el
sábado o el domingo podrá levantarse. íQuiera Dios
que pronto os pueda dar la alegre noticia,
prometida y esperada hace ya tiempo!
Aunque don Bosco coma ya bien y vaya devorando
las barritas de pan que el barón Enría recibe, se
ruega, sin embargo, que no envíen más, porque
luego hay que recomendar a sus ayudantes de boca
que no le dejen pasarse demasiado. Tal vez, dentro
de quince días o antes, si viene alguno a
visitarle, puede traerlas; pero dice don Bosco que
ya no son menester otros caminos.
Ayer intentó, sin pensarlo, emplear el brazo
izquierdo, que tanto usaba en otros tiempos; pero,
después no podía hacer con él más que ajustarse el
gorro a la cabeza, porque, para llegar a la
espalda, se resintió tanto, que tuvo que bajarlo a
toda prisa. Contaba el hecho jocosamente, hasta
para convencerse de que las cosas no han llegado
todavía a su término, sino que nos acercamos
<> hacia la ansiada curación.
Los granitos siguen su curso regular; muchos ya
han madurado y otros van asomando la cabeza, entre
la piel nueva y la antigua; y algunos son como
volcanes apagados en una escuálida llanura. Me
detengo y complazco en estos pormenores, porque
hoy el cielo del pobre enfermo está totalmente
sereno, y no amenaza, por ahora, con ningún
cambio. íOjalá pasáramos mucho tiempo todavía así!
((**It10.283**))
Mientras vosotros rezáis como Moisés en el monte,
las cosas siguen cada vez mejor; pero, en cuanto
suspendéis o termináis la novena, he aquí que el
pobre enfermo recae gravemente. Y marcha atrás.
íHaced, pues, una centena!
Don Bosco está realmente conmovido con las
noticias de la gran piedad que tienen los de ahí
en esta triste circunstancia. En sus momentos de
calma casi agradece al Señor el haberlo visitado
de este modo. Y haber logrado que su enfermedad
haya servido de provecho para tantos. Quisiera dar
las gracias a los muchachos que sabe rezan por él,
a los que hace tanto tiempo comulgan por él con
tanta constancia, y íquién sabe si esta misma
semana no lo hará!
Nosotros nos ponemos ahora muchas veces
alrededor de su lecho, ya tan doloroso, y, al
oírle hablar, nos parece que así debía ser la
corona que los discípulos de San Juan hacían al
santo, ya avanzado en edad; y otras veces, sólo al
verle en aquella santa posición nos sirve de
verdadero sermón. Pero íhay que ser muy fuertes
para poder contener las lágrimas! Mientras te
escribo estas casi alegres y perseverantes
noticias me tiembla el corazón por miedo a tener
que cambiarlas por décima y duodécima vez.
Esperemos más seguridad con la bendición del Padre
Santo.
Don Bosco, por su parte, bendice a los señores
Fassati, a quienes ya escribió por mi mano, y a
todos los que ruegan por él.
Quien debe estar en el colmo de la alegría es
la condesa Callori, a la que, ayer, envió una
carta de su puño y letra; ha sido verdaderamente
afortunada. Es la segunda vez que escribe en la
cama.
(**Es10.262**))
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