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((**Es10.26**) Era, pues, lógico que el Señor, que suele enriquecer a sus Siervos fieles con dones particulares, diera también a don Bosco muchos dones extraordinarios para llevar a cabo un amplio y fructífero apostolado. Tuvo, entre otros, casi continuamente, el de ver desde lejos y leer los secretos de las conciencias como en un libro abierto, y contemplar claramente el porvenir. El 18 de septiembre de 1870 entraba en el Oratorio el joven José Gamba, de quince años, natural de San Damián de Asti, que llegó a sacerdote y más tarde fue Vicario General de aquella diócesis, Obispo de Biella y de Novara, querido y venerado Arzobispo ((**It10.16**)) de Turín y Cardenal. Sólo estuvo en el Oratorio un año, pero -escribe el teólogo José Angrisani, que fue su secretario- quedó, dijo, como cla vado en su cabeza este recuerdo. <>(Sucedió, pues, el hecho probablemente en agosto, después de las dos semanas que estuvo en San Ignacio para los ejercicios espirituales, y después de los nueve o diez días que permaneció en Nizza Monferrato). >>La primera noche después de su llegada, vino a decirnos las palabritas de costumbre de las buenas noches. Fue recibido con delirantes aclamaciones y le costó un triunfo poder llegar hasta la cátedra. Subió por fin e hízose un silencio conmovedor. El sonreía y nos dijo: >>-He estado fuera mucho tiempo, >>verdad? íPero, qué queréis! Vosotros coméis muchos panecillos y don Bosco se ve obligado a dar vueltas para encontrar dinero con que pagarlos. Pero, durante mi ausencia, he vuelto a estar con vosotros dos veces. >>Al oír esto nos miramos sorprendidos, abriendo de par en par los ojos y aguzando las orejas. >>-íNi más ni menos! Una de estas veces entré en la iglesia, durante la misa mayor, y vi que faltaba uno... Este tendrá que preparar mañana la maleta porque don Bosco no quiere aquí muchachos de esa calaña. íTenedlo bien presente, hijos míos! íDon Bosco, aun desde lejos, os ve siempre! >>A la emoción sucedió la admiración. Al bajar de la cátedra nos abalanzamos a su alrededor, preguntándole: >>->>Quién es, quién es? >>Pero él, serio, respondía: >>-Esto no debo decíroslo a vosotros. El interesado lo sabrá mañana. >>Y al día siguiente se supo que uno había salido para su casa. >> íDon Bosco, aun desde lejos, os ve siempre!>> 1. Veía también, casi continuamente, el interior de las conciencias. 1 Véase: J. Angrisani: El Cardenal José Gamba, Turín-Roma. Editorial Marietti, 1930, pág. 16.(**Es10.26**))
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