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tanta alegría a su imprevista aparición que se
emocionó profundamente.
>>Apenas entró el Obispo en la habitación, la
alegría tiñó de rubor su rostro. Monseñor le
abrazó, le besó, le estrechó unos instantes a su
pecho y le dijo:
>>-Hijo mío, he venido a saludaros y os doy la
santa bendición.
>>Le bendijo y volvió a besarle; no sabía
separarse de él. Se quedaron solos conversando
durante casi una hora. Después salió Monseñor,
visitó la casa y tomó un ligero refrigerio. Volvió
a la habitación de don Bosco, habló con él
amablemente de diversas cosas, le bendijo de nuevo
y le besó. Don Bosco besóle la mano con afecto y
alegría filial.
>>El señor Obispo bendijo a todos y se despidió
conmovido y satisfecho de haber encontrado al
querido enfermo algo mejor, e insistió para que se
le enviaran continuas noticias.
>>Haga el favor de decir a don Francisco
Dalmazzo que don Bosco demostró lo mucho que le
quiere y ha encargado al padre Francesia que le
escriba diciéndole: -Le doy las gracias con todo
el afecto de mi corazón; le quiero mucho, muy de
veras; nunca olvidaré lo que hace y cuida que
hagan otros por mí y por mi curación. Ruegue por
mí, pues yo siempre le recuerdo.>>
Todos esperaban noticias cada vez más
consoladoras, confiados en la bondad de María
Auxiliadora. <((**It10.275**)) buenas
noticias. Ayer terminó la novena, así que hoy, si
María Auxiliadora nos encuentra dignos de su amor,
nos devolverá sano a nuestro querido don Bosco; de
no ser así, seguiremos importunándola hasta
alcanzarlo.
>>Tienes que saber que hace un frío que corta
la piel. Todos los días aparecen muchos jarros
reventados por el hielo, y el que tenías en tu
camaranchón corrió la misma suerte.
>>Te pido encarecidamente que, cuando cortes la
barba a mi querido Padre, la guardes para
entregármela cuando vuelvas...>>
Por fin llegó una carta de don Juan Bautista
Francesia a don Miguel Rúa, escrita el día 5 por
la mañana, enviada con una posdata y otra
añadidura en la tarde del mismo día, con las más
alegres esperanzas: <>Ayer tuvo más fiebre, después de una noche
afanosa con sueños pavorosos que le hacían gritar,
y por la tarde se manifestó una abundante
erupción. Tiene la mano izquierda cubierta casi
por completo
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