((**Es10.252**)
El último día del año escribía a don Miguel
Rúa:
<((**It10.271**)) la
completa curación de nuestro Padre. íPero, pobre
don Miguel! Comparto su pena: si aquí tiene un
Padre amado y muy enfermo, tiene en Turín una
madre amorosa casi moribunda. >>Cómo puede su buen
corazón no sentirse desgarrado por el dolor ante
este golpe inesperado? íPobre madre! Pido al Señor
en mis pobres oraciones tenga a bien suavizar los
dolores de la madre y del hijo...
>>Falta un cuarto de hora para medianoche: de
todo corazón les deseo buen fin de año a usted, a
su buena mamá y a todos. Dejo de escribir para
pedir al Señor que haga eficaces mis deseos.
>>Son las doce y cuarto. En este momento se ha
despertado nuestro Padre y le he felicitado
enseguida el año nuevo. Tuve la satisfacción de
ser el primero en hacerlo. El agradece a todos los
desvelos que por él se toman, y las oraciones que
se hacen por su curación. Desea que se siga
rezando con fe y que se felicite a todos de su
parte. Don Bosco está constantemente en medio de
sus muchachos con el espíritu y el corazón, hasta
en el sueño. Soñó que ardía el Oratorio, soñó con
algunos jóvenes y, a veces, gritaba tan fuerte que
daba miedo... Noche y día tiene a sus hijos en la
mente>>.
Durante la misma noche, precisamente en las
primeras horas del año nuevo, volvía a escribir a
don José Lazzero:
<>-Quiero a mis hijos, no pienso más que en su
bien y me alegra el saber que corresponden a mi
amor.
>>Está con sus queridos hijos hasta en los
sueños.
>>Le he oído gritar muchas veces mientras
dormía. Tan fuerte gritaba que, al principio, como
no sabía qué era y creyendo que se ponía mal, le
preguntaba cómo se encontraba y si necesitaba
algo. El me contestaba:
>>-No necesito nada, soñaba que ardía el
Oratorio.
>>Y otras cosas por el estilo>>.
((**It10.272**)) >>En
este momento, mientras estoy escribiendo, oigo que
me llama:
>>-íEnría! íEnría!
>>Voy corriendo. Duerme y sueña. Y durmiendo,
pregunta: ->>Cómo se encuentra aquel joven?
(**Es10.252**))
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