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((**Es10.25**) -Pues bien, permítame que vaya yo en persona a buscarlo; si usted no puede o no quiere acompañarme... pasaré de una a otra habitación hasta dar con él. -Bueno, para no armar escándalos... voy a ver si ya se ha despertado. Y se marchó. Después de hablar con el marido y, por el miedo que con sus advertencias les inspiró el buen criado, que era un buen cristiano, volvió e invitó a don Bosco a entrar en la habitación del enfermo, recomendándole que no le hiciese hablar. Tan pronto como el pobre joven le vio, se incorporó sobre la cama, echóle los brazos al cuello y le besó varias veces diciendo: -íGracias, don Bosco, gracias!... Gracias por haber venido a verme... íQuiero confesarme, le estaba esperando!... íQuiero confesarme! ((**It10.15**)) -Por favor, dijo don Bosco a los presentes; déjenme a solas con él unos instantes; retírense un momento. Fue una escena ternísima. El joven se confesó y quedó como loco de alegría. Quiso también que colgaran de la pared un cuadro de la Virgen, que no se hartaba de contemplar con amor. Cuando don Bosco salió, le colmaron de atenciones y hasta le ofrecieron una copa de vino, que él aceptó como si no hubiese mediado la menor contradicción. Al despedirse, rogó le prometieran que le permitirían volver a ver al enfermo alguna otra vez, si fuera conveniente. El joven falleció dos o tres semanas más tarde sereno y tranquilo a pesar de que los parientes no pensaran en hacerle recibir el santo viático, ni la santa unción. 3. Continuamente favorecido por Dios La vida de nuestro santo Fundador fue un ejercicio tan amplio y continuo de obras de caridad, que declaraba el Padre Santo, Pío XI, al afirmar la heroicidad de sus virtudes: <>. <>, porque <>.(**Es10.25**))
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