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uno, y sólo faltaba el nombre del pobre Dogliani
(lo que nunca había acaecido hasta ahora). Ignoro
si el fallo se debe a la pluma del que escribió o
a la lengua del que leyó; el caso es que lo estuve
rumiando todo aquel día y aún pienso en ello.
Otras veces, cuando don Bosco nos escribía desde
Roma, yo me sentía orgulloso al verme saludado
inmediatamente después de Barale y no tenía
escrúpulo alguno en ostentar esta soberbia, porque
la producía el deseo que un hijo tiene de ser
querido por su padre; pero ahora me he visto
totalmente olvidado; no aparezco ni en la posdata
de la carta. Paciencia. Pero yo conozco a don
Bosco y él me conoce a mí; y esto me basta. Quiero
decir con ello, que, si se omitió mi nombre en la
mencionada carta, fue por verdadera distracción.
Pero deseo que usted me diga algo sobre el
particular.
>>Aquí, en el Oratorio, ha desaparecido la
antigua alegría y no volverá hasta que no aparezca
de nuevo el principal objeto de la misma. Resulta
una escena conmovedora ver cómo los muchachos
dejan la diversiones y los juegos, y corren al pie
del altar para pedir la gracia de volver a verlo
pronto sano y salvo.
>>Todos los que vienen a la librería piden
noticias del enfermo. Hasta los niños pequeños
preguntan por don Bosco. Cuando sabemos que ha
llegado un telegrama, nos falta tiempo para oírlo
leer. Anteayer comenzamos todos juntos una novena
a María Auxiliadora por la salud de nuestro Padre.
Y esperamos que Ella, que quiso obtener tantas
curaciones por este medio y a través de nuestro
Padre, no querrá ciertamente olvidar una salud tan
preciosa para todos. No acabaría nunca de hablar
de don Bosco. Tan pronto como esté bueno, venga
usted aquí enseguida para poder preparar un poco
de ruido que acompañe al Te Deum.
>>No sé si don Miguel Rúa estará todavía ahí
cuando ((**It10.268**)) le
llegue la presente; de ser así, haga el favor de
saludarlo en mi nombre y en el de mis colegas
libreros y músicos.
>>Ruégole bese por mí la mano a don Bosco y le
diga que yo también me atrevo a rezar por él y que
espero que no me olvide>>.
Don José Lazzero volvía a preguntar: <<>>Quién
sabe si podremos felicitar el nuevo año a nuestro
amadísimo don Bosco? Así lo esperamos; no es
posible lo contrario, teniendo en cuenta tantas y
tan fervorosas oraciones como se hacen por él>>.
Y Enría le contestaba:
<(**Es10.249**))
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