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por la enfermedad de su queridísimo Padre y hacen
cuanto pueden para aliviar sus dolores, observando
buena conducta y haciendo oraciones especiales.
Salvo poquísimas excepciones, y don Bosco sabe
quiénes pueden ser éstos, los demás comulgaron
durante la novena de Navidad, unos dos veces,
otros tres y algunos todos los días, pidiendo la
curación del Padre don Bosco; y siguen haciéndolo
también ahora después de Navidad.
>>Demostraron su especial afecto a don Bosco
los de la Compañía de San José. Sí, esperamos de
san José que pronto nos conceda tener con nosotros
a nuestro amadísimo Padre sano y salvo. Hubo
algunos que encargaron se celebraran misas con el
dinero de sus propinas. Los aprendices no dan
muestras en estos días de disipación y de espíritu
inquieto, sino que todos, sosegados y con afligido
semblante, parecen decir: íTenemos enfermo a
nuestro Padre! Cuando estoy con ellos, piden
continuamente noticias de don Bosco; puedes
figurarte cómo me gusta poder decirles todo lo que
sé de nuestro nunca bastante querido Padre. Más de
una vez, contándoles su enfermedad derramé alguna
lágrima y procuré que los jóvenes no se dieran
cuenta de ello, desviando la conversación a cosas
indiferentes, pero animándolos siempre a rezar con
fe.
>>Los músicos comulgaron también por don Bosco,
excepto algunos... Y, entre éstos, los dos que don
Bosco recomendó desde ahí, a los cuales ya les he
hablado.
>>No te doy noticias de la hermosa fiesta de
Navidad porque, cuando don Miguel Rúa llegue,
podrá informarte de todo. Los artesanitos, adonde
yo voy a confesar, y en el Refugio, adonde voy a
celebrar la misa, piden ((**It10.263**))
siempre noticias de don Bosco y rezan con mucho
interés por él. No hace falta que yo exprese mis
deseos de que don Bosco se vea pronto libre de su
mal. íOh, cuántas promesas he hecho y sigo
haciendo todavía! íTodo lo espero de Dios, de
María y de san José!>>.
Enría enviaba buenas noticias al Oratorio; don
José Lazzero copiaba la carta y la leía por la
noche a los aprendices:
<>Hoy se ha encontrado bien; tenía, es verdad,
algo de fiebre, pero tan ligera, que el médico no
le dio importancia. Si mañana no vuelve esa
dichosa fiebre, pronto entrará en convalecencia.
Nuestra única esperanza es verle pronto curado;
todos nuestros ruegos al Señor son con este fin.
Sé que se ha rezado mucho y que se sigue rezando
aún. El mismo don Bosco dice que, si no fuera por
las oraciones que hacen sus hijos y muchas otras
piadosas personas, no
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