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y el Santo, que no podía tolerar el uso de
alfombra en el suelo, ni junto a la cama, le
respondió (como recordaba don Miguel Rúa):
-Sí, buena señora, le quedaré muy agradecido si
me proporciona una hermosa alfombra de billetes de
dos liras; servirá admirablemente para librarme
del dolor de cabeza, que probablemente me
encontraré al llegar al Oratorio...
Don Juan Bautista Francesia escribía poco
después a don Miguel Rúa y mencionaba en su carta
otro acto benéfico de la Condesa, diciendo:
<>No se envíen aquí por algún tiempo más
pruebas de imprenta: es totalmente inútil: don
Bosco, para nuestra común desgracia, no puede
mirarlas; y yo no puedo parar un instante,
especialmente ahora con la nueva desgracia de que
también el reverendo Cuffía ha caído enfermo>>.
Pero, quizás, el esfuerzo hecho por el Santo para
recibir cortésmente al doctor Fissore y a la
condesa Corsi y, más aún el mismo curso de la
enfermedad, le causaron un nuevo colapso. El día
22 escribía don Juan Bautista Francesia a la
condesa Callori: <((**It10.256**)) pero
no lo suficiente todavía para que estemos
tranquilos; sin embargo, ya es mucho que podamos
hablar así. Espero que hoy la condesa Corsi le
habrá dado noticias del pobre enfermo. Me acordé
de su deseo y la rogué lo hiciera. Hoy, o mejor,
apenas partieron los atentos personajes que usted
sabrá, experimentó el pobre don Bosco una gran
postración y una agitación que le molestó durante
toda la noche.
>>... Pero esta tarde, cuando le hablé de su
carta y de sus oraciones, me aseguró que en aquel
momento se encontraba mejor. Comparte don Bosco
sus penas y le agradece sus constantes
preocupaciones maternales. Pero se reserva
agradecerle las especiales para cuando esté
convaleciente del todo; porque entonces serán más
apremiantes
(**Es10.239**))
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