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podrá dar algún trocito de pollo o de palomino.
Don Bosco quedó tan satisfecho con la visita de
este doctor, de la condesa Corsi y de su hija, que
parecía no tener ya mal alguno.
>>íGoza lo indecible cuando ve a alguien del
Oratorio! Estuvo aquí todo el día don Domingo
Vota, que vino a visitarle desde Alassio, y me
dijo don Bosco:
>>-Disfruto tanto, cuando veo a uno de Casa,
que me parece estar en Turín.
>>Con el espíritu y el corazón siempre está en
el Oratorio entre sus hijos y no deja un instante,
como muchas veces me dice, de rezar por ellos.
Hasta cuando sueña está siempre en el Oratorio...
>>Son las tres de la mañana. Su sueño es
agitado e interrumpido.
>>Experimentó una gran alegría cuando le conté
que en el Oratorio se reza mucho por él, que el
domingo hubo muchas comuniones, particularmente de
los aprendices y de los socios de la Compañía de
San José.
>>Me ha dicho que se les den las gracias de su
parte.
>>Falco tiene gran habilidad para prepararle el
pan rayado con caldo de carne.
>>El Párroco de Varazze anunció desde el
púlpito nuestra desgracia; toda la población lo
sintió mucho, y se hacen triduos y novenas por él.
>>Siguen llegando cartas y telegramas de todas
partes. Los obispos le envían su bendición,
diciendo que ruegan al Señor para que se digne
conservar su preciosa vida... Son muchísimas las
personas de toda suerte las que comparten nuestro
dolor>>.
El Santo, lo mismo que se preocupaba de sus
hijos durante la enfermedad, seguía ocupándose
también de los trabajos que llevaba entre manos.
Estaba por aquellos días en la imprenta una nueva
edición del Joven Instruido, y rogaba a don Juan
Bautista Francesia que corrigiera las pruebas de
algunas páginas, añadidas como apéndice, y que las
enviara después al nuevo Arzobispo de Turín para
obtener su ((**It10.255**))
aprobación; y pensaba también en una nueva edición
de la Historia Eclesiástica.
El doctor Fissore, la condesa Corsi y su hija
salieron de Varazze el 21 por la tarde,
satisfechos de su mejoría, y convencidos de que
por el momento no había que temer ningún peligro.
La Condesa, antes de salir, le preguntó si
deseaba que le proveyese de algo para que su
habitación de Turín fuera más cómoda, por ejemplo,
una alfombra, que sirviese para defenderle del
frío en los pies, que, a fin de cuentas, podía ser
la causa de los dolores de cabeza;
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