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noticias cada dos días y, si fuere menester, aún
más a menudo>>.
El interés por conocer la marcha de la
enfermedad crecía en todas partes. Hasta monseñor
Angel Vitelleschi, Secretario de la Sagrada
Congregación de Obispos y Regulares, telegrafiaba
el día 18 desde Roma a don Miguel Rúa <>.
Entretanto, la comunicación hecha a las casas
con el telegrama de la <> había
despertado porfías de amor y de fe.
Don Juan Bonetti, director del colegio de Borgo
San Martino, escribía el día 18: <>.
Recordarás que te consulté sobre este particular,
y tú, al contestarme, dejabas traslucir un gran
temor y aprobaste la propuesta de establecer entre
los muchachos unos grupos que comulgaran y rezaran
diariamente por su salud. Don Bosco mismo, que se
enteró de nuestro temor, escribió a mediados de
enero del corriente año: -No nos hagamos
ilusiones. Dios nos quiere en un mundo mejor que
éste. Corresponde a los hijos mostrarse dignos,
más aún, mejores que el padre.
>>-Ya ves que él nos anunció su partida, hace
ahora un año. Mi querido Rúa, tú estás afligido y
yo no encuentro palabras para consolarte, íah, que
nos consuele el Niño Jesús, que nos consuele
nuestra buena madre María, nuestra esperanza, en
tan grave angustia! Envíame, pues, un confesor>>.
1 No poseemos el original, ni tampoco copia de
esta carta.
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