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El cariz de la enfermedad no parecía alarmante.
El día 13, muy de mañana, telegrafiaba Cuffía a
la condesa Corsi. <>.
La noticia, comunicada al Oratorio, despertó en
todos un gran alivio; pero aquel mismo día
escribía Enría a José Buzzetti: <>.
Y don Juan Bautista Francesia, por vía
confidencial, comunicaba estos detalles a don
Miguel Rúa.
<>Esta noche hemos permanecido en silencio
largo rato en la habitación, junto a su lecho,
mientras él sufría, sin atrevernos a abrir los
labios.
>>Esperamos que nuestro dolor, ofrecido a Dios
por la pronta curación de nuestro pobre Padre,
tendrá ((**It10.239**))
también su efecto. Aquí rezan mucho nuestros
muchachos, que ya le querían, aun sin conocerlo.
Celebraron con gran alegría que viniera a
visitarnos y ahora están muy tristes por haber
caído enfermo en Varazze. Todos quisieron pasar a
verle, pero es prudente frenar su deseo. Todavía
no nos hemos atrevido a quitar de las paredes los
bonitos letreros de: íViva don Bosco!, que se
pusieron por una y otra parte para su llegada. Y
ahora está él sufriendo tanto. También hay un:
íViva don Bosco! escrito sobre la puerta de su
habitación. >>Era presagio o temor de lo que nos
iba a suceder?...
>>Fue conmovedora ayer la llegada de don Angel
Savio, don Pablo Albera, Ricchini y Enría. Nos
miramos conmovidos sin decir palabra, y también
don Bosco quedó conturbado. Nos dijo don Angel que
ahí se duda sobre la enfermedad de don Bosco:
íojalá no fuera más que una duda!
>>Yo esperaba poder ir esta mañana a Nizza para
ayudar a don Juan Cagliero, ya que don Bosco
parecía estar en muy buenas condiciones, pero esta
tarde me dijo que no pensara en ello. íPobre
Cagliero!
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