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Dios, después de una vida ejemplar, murieron
santamente. Así lo atestiguaba don Miguel Rúa en
su necrologio, con respecto a los alumnos;
((**It10.216**)) y en
el catálogo de la Pía Sociedad del año 1872, con
respecto al novicio.
Son semblanzas verdaderamente edificantes.
José Baggini, natural de Torre de' Conti, >> el
15 de marzo de 1871 a los doce años de edad.
Muchacho muy despabilado, que, de haber vivido,
podía haber hecho mucho bien, dada su diligente
entrega a la virtud. Tal vez, para librarle de los
peligros que le acechaban en el camino, llevóle
consigo el Señor, después de breve enfermedad,
confortado con los santos sacramentos y los
auxilios de la Religión.
Juan Broggi, natural de Treviglio, >> el 22 de
marzo a los dieciocho años.
Era un joven que progresaba día a día en el
estudio y en la piedad. Recibía con frecuencia los
santos sacramentos, a los que se acercaba cada vez
con más fervor. En sus últimos meses pidió y
obtuvo ser inscrito como aspirante en la Sociedad
de San Francisco de Sales. Era amable con todos,
pero tenía familiaridad con pocos; y tan sufrido,
que nunca se le oía la menor queja. Estaba bien y
predijo su muerte tres días antes. Murió de asma,
casi repentinamente, y pudo recibir los óleos de
los enfermos.
Para su suerte había comulgado el día anterior.
Sebastián Astigiani, natural de Monticelli, >>
el 2 de abril a los veintitrés años.
Joven dotado de firme voluntad para progresar
en la virtud y en el estudio. A pesar de ser
escasas sus dotes intelectuales, suplía con su
diligencia y seguía adelante al compás de los
demás. Durante la breve enfermedad dio pruebas de
plena resignación a la voluntad de Dios. Después
de recibir todos los auxilios de la religión,
murió en la paz del Señor.
Luis Trono, natural de Mortara, >> el 12 de
mayo a los trece años.
Muchacho de purísimas costumbres, verdadero
imitador de la inocencia de san Luis. Su amor a
Jesús Sacramentado le arrastraba a recibirlo con
frecuencia; era tal su porte, antes y después de
la comunión, que parecía un angelito. Obediente,
afectuoso y sencillo se ganaba el corazón de
cuantos le conocían. El Señor lo arrebató para
agregarlo al coro de los bienaventurados que
acompañan al Cordero Inmaculado, cantando un himno
que ningún otro coro se atreve a cantar.
Augusto Said, natural de Argel, >> el 30 de
mayo; era uno de los argelinos enviados al
Oratorio por monseñor Lavigerie.
Muchacho tranquilo y sereno. Nunca molestaba a
nadie. Le gustaban las prácticas de piedad y,
aunque neófito, estaba penetrado de amor a Jesús
Sacramentado. Durante su larga enfermedad
manifestó ardientes deseos de recibirlo varias
veces y se le concedió. Obediente, piadoso y
aplicado deseaba llegar a ser buen misionero en
((**It10.217**)) su
nación. Llamado por Dios al cielo, no dejará de
pedir por la conversión de los pobres africanos.
José Penati, natural de Treviglio, >> el 18 de
junio a los diecisiete años de edad.
Joven sencillo y bueno. Sus escasas dotes
intelectuales y su precaria salud no le
permitieron hacer grandes progresos en los
estudios. Pero no dejó de adelantar en la virtud.
En efecto, era piadoso, obediente a los superiores
y servicial con los compañeros. Tenía plena
confianza con su director espiritual y vivos
deseos de consagrarse
(**Es10.205**))
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