((**Es10.20**)
inspirada en la liturgia del día o sugerida por
circunstancias públicas o privadas. A menudo,
antes de revestirse con los sagrados ornamentos
para salir a celebrar, llamaba a algún alumno que
veía en la sacristía y le decía muy quedito:
->>Qué gracia quieres que pida para ti a Jesús
en la santa misa?
En el patio hacía lo mismo. En pleno recreo se
inclinaba delicadamente ((**It10.9**)) al oído
de uno o de otro y le daba un consejo o un aviso.
A más de estas palabras, ya publicadas en los
volúmenes anteriores, recogió Lemoyne las
siguientes:
->>Temes que Jesús esté indignado contigo?
Acude a la clementísima Virgen María. Ella es tu
abogada y defenderá tu causa.
-El paraíso no es para los perezosos. Regnum
coelorum vim patitur et violenti rapiunt illud.
->> Te encuentras solo, a merced de una
tempestad? Invoca a la estrella del mar, invoca a
María.
->>Piensas en eljuicio de Dios y no temes:
>>Acaso eres más santo que san Jerónimo? Y, sin
embargo, él temblaba.
-No te fíes demasiado de tus fuerzas; todo un
san Pedro cayó.
-Quiero que esto se acabe; si me ayudas, quiero
que rompamos los cuernos al demonio.
->>Quieres llegar a ser bueno y sentirte feliz?
Piensa en Dios. A Deo principium.
-Reza, reza bien y sin duda te salvarás.
-Si me ayudas, quiero hacerte feliz en este
mundo y en el otro.
-Si me ayudas, quiero hacer de ti un san Luis.
-El que persevera hasta el fin, se salva.
Praemium inchoantibus promittitur, perseverantibus
dabitur (A los que comienzan se promete el premio,
se dará a los que perseveran).
Repetía a menudo a los hermanos profesos y a
los mismos aspirantes a la Pía Sociedad:
-Trabajemos continuamente en esta vida para
salvar nuestra alma y muchas, muchísimas más:
ídescansaremos en la eterna bienaventuranza!
Dotado como estaba de dones particulares, como
el de leer en lo íntimo de los corazones, era
lógico que salieran de sus labios, a la hora de
confesar, consejos y sugerencias oportunas, que
movían a compunción a cuantos los necesitaban y
encendían en santo fervor a los ya encaminados por
las sendas de la perfección. Era tan grande su fe
en la eficacia de este sacramento, que hablaba de
él continuamente, recomendaba siempre que se
hicieran santos y serios propósitos y achacaba a
la habitual falta de éstos las fáciles y
lastimosas recaídas.(**Es10.20**))
<Anterior: 10. 19><Siguiente: 10. 21>