((**Es10.197**)
Y añadía: <>, como la aparición de la Santa Virgen en
Pontmain en Francia, la curación instantánea en el
santuario de Oropa de una joven, después de veinte
años de terrible enfermedad y otras señaladas
gracias, obtenidas de Jesús Sacramentado, María
Auxiliadora y san José, precedidas de estas
palabras:
Un hecho cierto y maravilloso, atestiguado por
miles de personas y que todos pueden comprobar hoy
día, es la aparición de la Bienaventurada Virgen
María el 19 de septiembre de 1846...
Nuestra piadosa Madre se apareció, en forma y
figura de una gran Señora, a dos pastorcillos; un
niño de once años y una zagala de quince, en un
monte de los Alpes situado en la parroquia de La
Salette en Francia. Se apareció no sólo para bien
de Francia, sino, como dice el Obispo de Grenoble,
de todo el mundo: para recordarnos la cólera de su
Hijo Divino, encendida especialmente por tres
pecados: la blasfemia, la profanación de las
fiestas y el comer carne en los días prohibidos.
Siguen a éste otros hechos prodigiosos
entresacados también de documentos públicos o
atestiguados por personas cuya fe excluye toda
duda sobre lo que refieren.
Valgan estos hechos para confirmar a los buenos
en la religión y para impugnar a los que, tal vez
por ignorancia, querrían limitar el poder y la
misericordia de Dios diciendo: -Ha pasado el
tiempo de los milagros.
Jesús afirmó que en su Iglesia se obrarían
milagros mayores que los que El hizo, y no fijó
tiempo ni número; por consiguiente, mientras
exista la Iglesia, veremos siempre la mano del
Señor manifestando su poder con prodigiosos
acontecimientos, porque ayer, hoy y siempre será
Jesucristo quien gobierne y asista a su Iglesia
hasta la consumación de los siglos.
Pero estos signos sensibles de la Omnipotencia
Divina son siempre presagio de graves
acontecimientos, que manifiestan la misericordia y
la bondad del Señor o bien su justicia y su
indignación, pero de manera ((**It10.208**)) que
sirvan para su mayor gloria y provecho de las
almas.
Hagamos que sean para nosotros fuente de
gracias y bendiciones; que sirvan de aliento para
una fe viva, rica en obras, que nos mueva a hacer
el bien y huir del mal, que nos haga dignos de su
infinita misericordia en la tierra y en la
eternidad.
íLos santos son siempre guiados por la fe!
>>Quién no ve en las palabras de don Bosco casi un
acto de ocultamiento del continuo sucederse de
gracias señaladas cuando daba la bendición y todo
lo atribuía únicamente al poder y a la continua
bondad del Señor?
Otro escrito, muy interesante, fue el que
publicó en la primera parte del número de agosto:
La corona de la virginidad, compuesta por cinco
flores o virtudes, a las que se suman las otras:
la azucena, de la virginidad; la violeta, de la
humildad; la rosa, de la caridad; el noble
girasol, de la paciencia; el lindo muguete o lirio
de los valles, de la verdadera fe.
(**Es10.197**))
<Anterior: 10. 196><Siguiente: 10. 198>