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((**Es10.183**)tuvieron lugar el año 1868, precisamente durante el octavario de la consagración del santuario de María Auxiliadora, cuyas funciones sagradas quiso solemnizar monseñor Ghilardi el 12 y 13 de junio. Pocos días antes (el 3 del mismo mes) había comprado el Caballero al abogado Domingo Fissore una tipografía para el Oratorio por ocho mil quinientas liras solamente, pagadas al contado. Algunos que se enteraron de la operación, propusiéronle inmediatamente comprársela a precio más elevado; ofreciéronle hasta dieciocho mil liras, pero a pagar en varios plazos. El la cedió al Obispo por quince mil liras, el precio más bajo de la oferta. Dos años más tarde, en 1870, enterado el Obispo de la diferencia entre la cantidad pagada por él y la que pagó el Caballero, fue a Turín para hablar con don Bosco sobre el asunto. Estaba éste ausente y el Caballero no se encontraba ya en nuestra Sociedad, pues había ingresado en la Compañía de Jesús. Entonces el Obispo habló de la cuestión con don Miguel Rúa. Don Miguel le escribía el 24 de agosto de 1870: Nuestro querido don Bosco sintió mucho no haber podido entrevistarse con V. E. el día en que tan bondadosamente nos honró con su visita. Pero yo le hablé del asunto por el que V. E. había venido; y él, después de considerar atentamente la cuestión, me encargó le escribiera que no le parecía conveniente y justo que el Oratorio tuviese que salir perdiendo en el contrato de la imprenta, lo mismo que en la impresión de las obras de V. E. El caballero Oreglia sabía que estaba a la venta la antedicha tipografía y la adquirió por su cuenta y riesgo; después, sin divulgar la noticia, habló de ello con diversas personas, exponiéndoles el caso. Como resultado, obtuvo tres ofertas: una de quince mil liras, otra de dieciséis mil y una tercera de dieciocho mil. Se atuvo a la primera, a la que V. E. se avino, y ya no pensó en las otras por tratarse de hacer un servicio a un Obispo tan benemérito de la Iglesia y tan benévolo con este Oratorio. Así lo dijo todavía este año el caballero Oreglia a don Bosco cuando fue a verle a Roma. Don Bosco expone respetuosamente estas observaciones a la reconocida prudencia de V. E., dispuesto a recibir las observaciones que tuviese a bien hacerle. ((**It10.193**)) Y Monseñor respondía el día primero de septiembre: Los sentimientos del bonísimo y providencial don Bosco sobre la consabida cuestión son los míos, ya que ambos no queremos más que lo que es justo. Por eso, yo creo que se puede alcanzar nuestro común propósito, exponiendo el caso moral que nos atañe. Envíese mi exposición al caballero Oreglia para la aprobación de la misma. Una vez puestos de acuerdo sobre la verdadera exposición del hecho, someteremos (**Es10.183**))
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