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bosques, con un grupo de pilluelos. Aquí ha
descansado algo mi pobre cabeza, que si no volvió
a ser poética, pudo siquiera juntar algunos
pensamientos en prosa, que expongo en esta carta.
((**It10.190**)) Dios
la bendiga, señora Condesa, y le conceda la salud,
que pueda acerla feliz en el tiempo y en la
eternidad.
Mis afectuosos saludos para el señor Conde, su
marido, y para toda la familia. Con el más
profundo agradecimiento, créame,
De V. S. Ilma., Exma., Queridísima, Benemérita,
etc.
Su Afmo. y
s.s. hijo, (el manirroto)
JUAN BOSCO, Pbro.
Su descanso consistía en trabajar
tranquilamente, en medio de la quietud y el
silencio, lejos de tantísimas personas, como cada
día solían acercarse a él.
A mediados de octubre don Juan Bautista
Francesia asumía la dirección del nuevo colegio de
Varazze, por cierto, en medio de la frialdad de la
población.
El día 26 de octubre se reunían en el Oratorio
varios ilustres profesores y literatos para tratar
sobre los autores a publicar en la revista mensual
de clásicos italianos, la Biblioteca de la
Juventud. Era una simpática reunión, que se
celebraba desde 1869, es decir, desde que se
inauguró la colección.
Y aquel mismo día salía don Pablo Albera,
acompañado por dos clérigos, para la apertura de
la casa de Marassi.
Fueron a despedirse del Santo para oír, una vez
más, una buena palabra de sus labios y recibir su
bendición. Oyéronle decir:
-íVais, pues, a Génova a abrir un hospicio para
los muchachos más pobres y desamparados...!
-Pero >>con qué medios?, observó uno de ellos.
-No os preocupéis de nada; el Padre Santo os
envía su bendición; confiad totalmente en Dios; El
proveerá. A vuestra llegada os encontraréis con
quien os ha buscado alojamiento y allí comenzaréis
vuestra misión.
Don Pablo Albera, que era el prefecto externo
del Oratorio, había reunido algunos dineros para
los primeros gastos. Preguntóle don Bosco si
necesitaba algo.
-No, don Bosco, muchas gracias; ya tengo
quinientas liras.
-Amigo mío, no hace falta tanto dinero. >>Es
que no hay Providencia en Génova? íVe tranquilo,
la Providencia pensará también en ti, no temas!
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