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Desde el segundo día, si no recuerdo mal, me
rogó que le copiara un reglamento que tenía que
imprimir y que estaba corrigiendo para el
proyectado Colegio de Marassi. Acepté con gusto el
encargo, pero me sucedía a menudo que, al copiar,
no podía descifrar y comprender sus correcciones,
por lo que tenía que acudir frecuentemente a
pedirle explicación. El santo varón me atendió
muchas veces; pero después, viendo que mis
frecuentes llamadas a su puerta le distraían de
las confesiones, me dijo:
-Mira, como el tener que venir aquí a menudo
nos hace perder tiempo a los dos, de ahora en
adelante, cuando te tropieces con una frase
obscura, que necesite explicación, di solamente
<> y
ya veras.
>>Qué vi? Vi, con gran sorpresa, que, al
pronunciar la jaculatoria que me sugirió, ya no
necesitaba acudir a su habitación, con lo que
seguí y acabé el encargo felizmente. Esto es lo
que puedo en conciencia deponer, según me lo
permite la memoria. Lo cierto es que, de entonces
acá, creció muchísimo la estima y el afecto que yo
profesaba al hombre de las maravillas y a su
maravilloso instituto.
Las obras del coro y de la nueva sacristía en
el Santuario de Valdoco aún no se habían
terminado, y como don Bosco recibió una limosna de
la señora Eugenia Radice Vittadini por la curación
de una hija suya, la destinó a este fin, según se
desprende de la carta de acción de gracias,
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fechada en Turín, pero escrita en San Ignacio,
como solía hacer con personas con las que no
mantenía correspondencia continua:
Apreciadísima Señora:
A su debido tiempo he recibido su valiosa
carta, acompañada de cincuenta liras. Se lo
agradezco muy de veras, ya que llevamos entre
manos algunas obras para acabar el coro y la
sacristía de la nueva iglesia de María Auxiliadora
y carecemos verdaderamente de medios para ello.
Ruego a la Santísima Virgen que tenga y guarde
bajo su eficaz protección a su agraciada hija y la
conserve muchos años para consuelo de sus padres.
No dejaré de elevar mis particulares oraciones
según su piadosa intención. Que Dios les bendiga a
usted y a su señor marido y a toda su familia y
les conceda a todos muchos años de vida feliz con
el precioso don de la perseverancia en el bien. Me
encomiendo, junto con mis pobres muchachos, a la
caridad de sus santas oraciones y me profeso con
profunda gratitud,
De V. S.
Turín, 12-8-1871.
Su
atto. y seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Se acercaba la fiesta de la Asunción. Su
pensamiento volaba a la insigne bienhechora María,
Marquesa de Fassati, y como no podía ir
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