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((**Es10.166**) 3.° Se habló de dar un toque de campana para que todos los aprendices se levantaran al mismo tiempo; se solventó la dificultad encargando a uno que despertara puntualmente a los asistentes y, por consiguiente, no se habló de ello con don Bosco. 4.° Se encargó al clérigo Bourlot que vigilara en el patio los domingos por la mañana durante el tiempo de levantarse. JULIO.-Preside la conferencia don Miguel Rúa. 1.° Dado que había cierta negligencia para retirarse al dormitorio por la noche, y pareciendo que una visita imprevista sería provechosa para ello, se encargó a don Antonio Sala para hacer esta visita por la noche y por la mañana; y se determinó, además, que hubiese un vigilante por la noche en el patio, cargo que se confió a don José Lazzero. 2.° El paseo del verano, a las once de la mañana, ya no puede reportar a los muchachos el provecho que se desea, para su salud; se habló de anticiparlo al espacio que hay entre las dos misas; pero don Bosco prefirió que se hiciera más temprano, es decir, antes de la primera misa de la comunidad: tal disposición se ejecutó sin inconvenientes. Uno de los asistentes reunía en una aula, durante el tiempo del paseo, a los que por algún motivo no podían salir. 3.° Para que el catecismo del domingo por la tarde fuera más útil, se determinó que ninguno fuera excluido del mismo, ni siquiera los músicos. Apenas se dé la señal para la lección, el asistente debe encontrarse el primero en el aula para impedir desórdenes. No se abra el aula antes del toque de campana. No dejar los libros de catecismo en manos de los chicos; los tendrá cada asistente consigo, o se pondrán en el armario que está en el aula (llamada de Filosofía), y el asistente que tenga a sus muchachos en aquella aula guardará la llave y repartirá a su tiempo los catecismos a los demás asistentes. Estas normas sobre el catecismo no se cumplieron enseguida; como estaba para acabarse el curso, se determinó que empezarían a cumplirse al volver los muchachos de las vacaciones. AGOSTO.-Preside el M. R. S. don Miguel Rúa, Prefecto. 1.° Se exhortó a los asistentes a que estuvieran unidos entre sí, queriendo todos lo mismo, amándose y aconsejándose unos a otros sobre el modo de granjearse la obediencia, el afecto y aprecio de los muchachos. 2.° Se determinó que se estuviera siempre con ellos durante el recreo y, en lo posible, con los más necesitados de asistencia. 3.° Para que el asistente pueda mantener su autoridad y ser respetado y obedecido por los muchachos es necesario que no se rebaje nunca con acciones demasiado vulgares; al jugar con ellos debe portarse siempre como superior, sobre todo cuando se trate de impedir ((**It10.175**)) las discusiones y riñas acaloradas que nacen en el juego. 4.° Cinco minutos antes de que suene la campana para ir a la iglesia, hágase salir a los muchachos del dormitorio para que el asistente pueda hallarse a tiempo en el patio y ordenarlos. Este deber, es decir, el de hallarse en el patio, siempre que los muchachos deban reunirse en la iglesia, se recomienda con ahínco que se cumpla rigurosamente, ya que esto contribuirá mucho al buen orden. (**Es10.166**))
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