((**Es10.156**)
-íSoy una madre desdichada! Después de mucho
pedirlo, ((**It10.163**)) me dio
Dios este hijo y ahora me lo deja ciego. Ya hace
dos años que le veo sufrir operación tras
operación, y, de pronto, me dicen los doctores que
no tiene remedio, que hay que resignarse a la
voluntad de Dios. Señor, he intentado resignarme,
pero no logro conseguirlo; me parece un sacrificio
demasiado grande. No puedo convencerme de que Dios
quiera permitir tamaña desgracia con perjuicio
para un niño inocente... íSoy la mujer más
desdichada de la tierra!
El llanto le cortó la palabra y no pudo seguir.
Dejó don Bosco que desahogara su inmenso dolor y
después, con exquisita caridad, le dijo unas
palabras de consuelo y de resignación cristiana.
Concluyó así:
->>Ha rezado ya a la Virgen para que cure a
este angelito? >>No sabe que Dios puede haber
permitido su enfermedad para probarla a usted y
hacer a su hijo objeto de las misericordias de
María, su madre, y glorificar su nombre? Gánese,
pues, a María Auxiliadora en su favor; y
convénzase de que lo que no pueden hacer los
cirujanos, lo sabe hacer Ella. Y no es que yo
quiera aconsejarle que deje de prodigar a su hijo
todos los cuidados que crea oportunos, sino que
deseo persuadirla de que para nada servirán los
esfuerzos de los hombres, si no inclina a Dios en
su favor, con su poderosísima intercesión. íTodas
las gracias, al decir de san
Bernardo, pasan por las manos de María! No le sea,
pues, desagradable dirigirse a Ella con alguna
novena de oraciones y algún sacrificio. Puedo
asegurarle que, si es para bien del niño y de la
suya, Dios se lo curará.
Dicho esto, intentaba don Bosco despedirla, mas
la pobre madre insistió diciendo:
-No me iré hasta que usted no haya bendecido a
mi hijo. Una amiga mía me aseguró que, estando
ella enferma, se esforzó para venir a recibir su
bendición; y que, en cuanto fue bendecida, comenzó
a curar. >>Por qué no voy a creer que le suceda
otro tanto a mi hijo? Si la sombra de san Pedro
bastaba para curar a los enfermos desahuciados,
enderezar a los lisiados, devolver la vista a los
ciegos, ((**It10.164**)) >>por
qué no he de esperar lo mismo de la bendición de
otro ministro de Dios?
Miróla el Santo un instante, maravillado ante
tan confiada insistencia, y exclamó:
-íUsted se equivoca! No tiene que esperar mi
bendición, sino la de Dios, mediante el
poderosísimo patrocinio de María Auxiliadora. íYo
no soy más que un débil instrumento en manos del
Señor!
(**Es10.156**))
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