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diría yo que brota en el jardín de la Iglesia toda
una floración de santos y de santas, se fundan
nuevas órdenes religiosas y surge especialmente la
Compañía de Jesús, que fue, y es, martillo de los
Protestantes y ciudadela del Papado.
>>Más tarde, opone Dios la dulce santidad de
san Francisco de Sales y de san Alfonso M. ¦ de
Ligorio a los errores de Jansenio; y en pleno
siglo diecinueve, cuando las teorías
revolucionarias despuntan en las masas populares y
hacen germinar en ellas el socialismo, que ahora
amenaza con desbaratar todo el cuerpo social, he
aquí que aparece un humilde sacerdote, hijo del
pueblo, que reúne en torno a sí lo más ruin y
desamparado de la ciudad -los birichini (los
pilluelos) de los suburbios- y, poco a poco, los
amansa, los atrae, se enamoran de él, y de tal
modo, diría, los hace suyos, que infunde en ellos
su espíritu. De este modo nace, a orillas del río
Dora, el pequeño Oratorio de don Bosco, el grano
de mostaza que en pocos años se convertirá en
árbol frondoso, a cuya sombra acudirán los hijos
del pueblo desde todas las partes del mundo...>>
1.
El fidelísimo Siervo de Dios, prudente como la
serpiente y sencillo como una paloma, cumplió la
divina misión de la manera más adecuada, adaptando
al carácter del siglo, santificado por la gracia
de Dios, el programa de su apostolado, lleno de
movimiento, actividad, propaganda, espíritu de
asociación e incesante desarrollo de la obra
comenzada.
Enseguida se vio en él al genio creador,
resuelto a llevar a cabo obras colosales. Hasta el
1860, es decir, hasta que no tuvo al ((**It10.4**)) lado a
sus primeros sacerdotes, procuró mantener oculto
el programa que le había sido trazado por el
Cielo; después comenzó a decir a las claras lo que
él quería y debía hacer, y se le oyó repetir que
la obra, por él emprendida para cumplir la
voluntad de Dios, alcanzaría tal desarrollo que,
por exagerado que pudiera decirse que era lo que
afirmaba sobre su porvenir, a él le parecía que no
sabía describir lo grandiosa que llegaría a ser.
Los primeros destellos de este apostolado, y
más aún alguna alusión a la expansión que tendría,
despertaron dudas hasta en los que sinceramente le
admiraban, al extremo de que dos buenos
sacerdotes, compadecidos, trataron de llevarlo al
manicomio. Incluso san José Cafasso, que le
consideraba y proclamaba lleno del Espíritu de
1 Palabras del conde César Balbo de Vinadio,
ante la tumba del santo en Valsálice, el 12 de
febrero de 1911. (Boletín Salesiano en italiano,
abril-1911).(**Es10.15**))
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