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con el fin de abrir en ella un seminario, un
colegio y un asilo para húerfanos, muchos de los
cuales serán aprendices.
Aceptamos por tanto el ofrecimiento que se nos
hace de setecientos acres de terreno y pedinmos
humildemente:
1.° Las colectas que se hacen en la misa dos
veces al año en todas las iglesias de la diócesis.
2.° Permiso para hacer ferias, veladas,
suscripciones.
3.° La conversión de nuestra iglesia en
parroquia, y parroquia suficientemente extensa,
con derecho a atenderla sólo nosotros, salvo que
su Excelencia quiera honrarnos con su atención
personal, mas no con la de otros.
4.° La asignación de una porción de misión para
confiárnosla a nosotros y ejercitar en ella a
nuestros jóvenes misioneros.
5.° La instrucción y educación del clero, del
colegio y del asilo, bajo la inmediata supervisión
de su Excelencia.
6.° La congregación religiosa, siempre
obediente a lo que el Obispo le mandare en el
ejercicio del ministerio, pide, sin embargo, poner
al amparo de sus propias constituciones en lo que
se refiere a su administración y dirección
interna, exactamente como toda congregación
religiosa consigue comúnmente de los Obispos.
Añadirá usted, Padre Superior, otros artículos
a éstos en su carta, la cual servirá de base para
nuestras negociaciones.
Mientras tanto, se busca una habitación para
dar las clases, y el compañero inaugurará
enseguida la escuela y llevará a los muchachos de
paseo todos los días para atraer la atención del
público y los educará en las ceremonias del culto
y en el canto.
Los misioneros, por su parte, se dedicarán a
visitar las familias y estudiar el lugar oportuno,
trazar el plano de la casa, hacer un presupuesto y
procurar lo medios con que sufragar los gastos.
Todo fijado, el Padre que tiene que volver,
concertado todo con el Obispo, toma consigo a
cuatro o cinco americanos y, a expensas del
Obispos, los trae a Italia. Aquí, mientras éstos
se preparan, organiza él todo lo que tendrá que
enviar en febrero a América, sacerdotes,
carpinteros, albañiles, etc., para construir
iglesia y casa, etc., aunque yo la habré comenzado
ya, pero sólo para poder albergar en condiciones a
los recién llegados, junto con los dos que hemos
quedado.
((**It10.1370**)) Punto
séptimo.-Reflexiones sobre el Instituto para
aprendices. -Estaba en mis deseos un instituto de
esta índole, especialmente para los negros, desde
que estuve en Fernandina. Había obtenido terreno,
suscripciones de cuarenta mil francos, tenía los
planos de la iglesia y de la casa y algo hubiera
hecho de haberme quedado allá, especialmente en
agricultura; pero, poco o nada de lo demás, porque
en América todo es nuevo y bien preparado; no se
acostumbra remendar, porque cuesta más que
comprarlo nuevo, pero, hacer las cosas nuevas al
precio que aquí se pide, sólo pueden lograrlo las
grandes empresas. Los zapateros, sastres y
sombrereros, no encuentran trabajo. Puertas,
ventanas, muebles, rejas, verjas, con todo lo que
se puede necesitar en madera, hierro, cristal,
todo lo suministran las grandes empresas.
Los carpinteros para construir casas de madera
y los albañiles tienen trabajo muy bien pagado,
aunque no es trabajo para muchachos y para hecho
en casa.
Lo que podría hacerse, y muy rentable, sería:
1.° Una fábrica de papel, ya que abunda el
material.
2.° Una fundición de hierro, pues bastan los
hierros tirados.
(**Es10.1256**))
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