((**Es10.1253**)
deberá llevar su faja sobre la sotana, para fijar
en ella el crucifijo) y lo abraza y le da un beso.
Al llegar a este punto, guardando silencio el
coro, pasan los sacerdotes de la casa a dar su
abrazo a los misioneros, que están al pie del
altar. Este desfile de los sacerdotes debe dar la
impresión de algo espontáneo y no de una fría
ceremonia que quita toda expresión patética.
Después van los clérigos a besarles las manos.
A continuación entona el coro un canto
preparado para la ocasión y los misioneros, que
siguen en el altar rodeando al Superior, besan la
mano al Arzobispo y salen por en medio del pueblo
hasta la puerta. Allí suben a un coche con su
Superior, que los acompaña hasta la estación.
Otros coches de señores, amigos y bienhechores de
la casa, que habrán sido invitados para honrar
esta despedida, seguirán al coche de los
misioneros y en otros coches irán los sacerdotes
de la casa.
Un buen número de jóvenes, formales y aseados,
y también los clérigos, se habrán adelantado en
grupos para despedir a los misioneros en la
estación y besarles la mano.
Si esto hace que salte alguna lágrima, ella
será semilla de generosos propósitos.
No se deje de intentar nada para que esta
solemnidad sea conmovedora diciendo que es emotiva
por sí misma. Estas demostraciones ensoberbecen
algo al misionero, pero es una soberbia hermosa y
provechosa, así para la causa de Dios como para el
instituto y para el mismo misionero.
>>Qué camino convendrá tomar? Si viene Duffy,
se puede tomar ((**It10.1366**)) el
barco en Génova para Nueva York. Se emplean veinte
días, se gastan setecientas liras por cada uno y
no se paga nada por los baúles. Si no viene Duffy,
habrá que ir a Londres o a Irlanda para buscar un
maestro; entonces se saldrá hacia Francia, París,
Dieppe, New Haven, Londres, Glasgow y después por
mar hasta Nueva York.
Saliendo de Turín a las nueve y veinte de la
mañana, se llega a París directamente a las cuatro
menos veinte de la tarde, del día siguiente. Se
pasa a la estación del Oeste y se toma billete
para Londres, adonde se llega al día siguiente. En
Londres se compran los pasajes de la Ancor Line y
con ellos se sigue por ferrocarril hasta Glasgow,
y de aquí a Nueva York.
En Nueva York conviene detenerse para visitar a
los Obispos y los Institutos para despertar la
atención, si se quiere adquirir crédito y ser
llamados después. Hay que salir al encuentro del
mundo por sus caminos. El que huye y esquiva al
mundo, no es misionero. El misionero es un hombre
que se agarra con una mano a la mano de Dios y se
arroja al agua con todas sus fuerzas para pescar
allí las almas. No son ellas las que vienen, somos
nosotros los enviados a buscarlas y tenemos que
bajar adonde estén para alcanzarlas.
Tomaremos después el camino terrestre, algo más
costoso, pero útil para nuestro fin, pues así
visitaremos Filadelfia, Baltimore, Richmond,
Wilmington, Charleston, Savannah.
El gasto del viaje de ida, incluido el
equipaje, alcanza las dos mil quinientas liras
para tres, que, con las ochocientas cincuenta de
la vuelta del Padre, son en total tres mil
trescientas cincuenta.
Allí no hay que hacer gastos, pues se vive en
casa del Obispo. Para la buena marcha se necesitan
pasaportes y el celebret.
Punto cuarto.->>Qué hay que preparar para
llevar con nosotros? Vestidos de seglar, y la ropa
talar en el baúl. Ropa interior y exterior, pues
se anda mal allí de ropa. Además, libros latinos e
italianos para la escuela y para uso privado, y
música.
(**Es10.1253**))
<Anterior: 10.1252><Siguiente: 10.1254>