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Don Juan Bonetti envió inmeditamente la
comunicación al Oratorio:
Borgo
San Martino, 18-2-1871
Mi querido Rúa:
1.° >>Comienza la persecución, que ya hubo en
el tiempo de tu directorado? Lee el adjunto
oficio, habla con don Bosco y con don Celestino
Durando y escríbeme inmediatamente diciendo lo que
debo hacer y contestar.
2.° Envíame, además, la ley del 13 de noviembre
de 1859. Dime si he de aparecer yo en esta
cuestión o si he de meter a don Bosco o al Obispo.
Yo contestaría al Presidente del Consejo Escolar
que no hemos hecho más que trasladar el Seminario
Menor de Mirabello a Borgo San Martino y que por
eso no nos considerábamos obligados a los
mencionados artículos de la ley. >>Qué os parece?
3.° Contéstame hoy mismo y no lo retardes.
JUAN BONETTI, Pbro.
La petición de auxilio fue satisfecha al punto,
y de momento no hubo más dificultades.
Sin embargo, don Bosco consideró conveniente ir
a Borgo San Martino y comunicó al director su
visita. Fue en la primera semana de cuaresma, al
regreso de Varazze.
Don Juan Bonetti, feliz con el anuncio,
aprovechó la ocasión para preparar a los alumnos a
recibirlo dignamente, contándoles y comentando
varias noches el sueño que don Bosco había tenido
en 1860 y que había descrito a los alumnos del
Oratorio: el de las tres clases de mesas,
colocadas en anfiteatro, en las que los pobres
muchachos ((**It10.125**))
sentados en el tramo inferior, tristes y sucios,
que se alimentaban de inmundicias, eran los que se
hallaban en pecado mortal; los del tramo medio,
envueltos en cándida luz y servidos con exquisitez
en rica vajilla, eran los que habían recobrado la
gracia de Dios con una buena confesión; y los que
ocupaban el tramo superior, que gozaban de un
servicio indescriptiblemente bello, inmersos en el
más alegre júbilo, cien veces más hermoso que los
del medio, e irradiaban fulgores más luminosos que
los del sol, eran los inocentes.
<>. Y después de exaltar la prez de la
belleza de las almas que saben mantener intacta la
virtud de la inocencia, exhortaba a los alumnos a
ser puros de mente y corazón, a costa de cualquier
sacrificio,
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