((**Es10.1143**)
Mas a una fe tan tímida Noé ante
los relámpagos,
nueva prole le diste vuelas
seguro al puerto;
y en la cornisa etérea nuevo
Moisés, auxilio
nuevo sol encendiste, logras al
pueblo incierto;
y al Templo un muro férreo celestes
flores cándidas
supiste construir. brotan
bajo tus pies.
Pobre eres como el Fraile Astro
glorioso, humíllame
de Asís; docto y sapiente tu regia
luz inmensa;
como Guzmán; intrépido temor y
amor en mi ánimo
como Ignacio. Y fulgente mantienen
lucha tensa;
al aire izas tu lábaro ledo y
confuso póstrome
retando al porvenir. ante ti,
siervo fiel.
((**It10.1245**)) Nos
parece que esta poesía tiene en sus últimos
versos, como veremos más adelante, un pensamiento
sugerido por otra, impresa contemporáneamente.
Por aquellos días fue el Santo a Beinasco, un
pueblo no lejos de Turín, en el camino que va a
Orbassano, donde fungía de párroco don Antonio
Balladore, antiguo compañero en el Seminario de
Chieri, e íntimo amigo suyo. Don Bosco había
pedido en Roma una bendición particular con
indulgencia plenaria para todos sus feligreses, y
el Papa habíale encargado impartirla él mismo, el
día que confesaran y comulgaran.
No sabemos la fecha exacta en que sucedió esto,
pero nos queda una copia del poema latino, el más
entusiasta, impreso para aquella circunstancia,
con aprobación eclesiástica, en el que el Santo es
comparado con Moisés, que sube al monte Sinaí...
para recibir... del Vicario de Cristo todas las
bendiciones 1.
Hay otro documento que merece ser leído
atentamente.
Don Bosco había sostenido en Roma algunas
entrevistas con el coronel Monti y su esposa
Eurosia, y había hecho bendecir al Papa, para
ellos y con particulares indulgencias, un
crucifijo que probablemente había pertenecido al
teólogo Golzio, hermano de la señora Eurosia. Como
no pudo, por el cúmulo de asuntos, entregárselo
personalmente, informó de ello al coronel,
añadiendo de la manera más delicada, noticias
sobre la salud del arzobispo Gastaldi, de quien
había obtenido por fin que, por su parte, quedara
acallada completamente la desavenencia por la
discutida herencia, aun cuando siguiera la prensa
anticlerical levantando con ella una torpe
polvareda.
1 Véase Apéndice N. III.
(**Es10.1143**))
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