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consideración de las autoridades civiles, al menos
durante la vida de los directores.
Estos son los términos en que expreso mi deseo;
remito todo el asunto a su caridad, siempre
conforme con su deliberación o consejo, cualquiera
que éste sea.
Con la más profunda gratitud tengo el honor de
profesarme,
De V. E. Rvma.
Turín, 28 de septiembre de 1874.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
((**It10.1236**)) El
Cardenal Vicario le contestó que, por el momento,
no era conveniente, pues resultaría en perjuicio
del Rector y, tal vez, correría riesgo la
Cofradía:
Muy Rvdo. Señor:
Las buenas disposiciones para una fundación en
Roma de la Congregación Salesiana perduran todavía
en mí, lo mismo que en monseñor Vitelleschi: no se
han desvanecido, pero las dificultades, ya
vislumbradas, aconsejarían dejar el asunto para
tiempos mejores.
Hasta ahora el Gobierno no ha tocado las
Cofradías y, dado que la de San Juan de la Pigna
tiene un fin caritativo, se espera que merecerá
alguna consideración en el caso de que se
procediera a la supresión de las otras. Pero, si
la iglesia y la casa aneja a ella fuesen asignadas
a una Congregación, pudiera correrse el peligro de
que, con la excusa de este título, se molestara a
la Cofradía. Tampoco puede dejarse de lado, como
ya se indicó, al Rector de la iglesia, que
resultaría muy perjudicado en sus intereses, si
tuviese que dejar aquella habitación, ya que, en
el actual estado de las cosas, sería sobre manera
difícil poder adjudicarle una adecuada
compensación.
Por todo ello nuestro parecer sería diferir
para tiempos mejores la conclusión de este asunto.
Dada así respuesta a la apreciadísima carta de
28 de septiembre p.pdo. no me queda sino
repetirme, con los sentimientos de verdadero
aprecio.
Roma, a 9 de octubre de 1874.
Afmo. s. s.
PATRIZI, Cardenal
Don Bosco seguía resuelto a emprender la
construcción de la iglesia de San Juan Evangelista
en Turín tan pronto como hubiese entrado en
posesión del pequeño trozo de terreno discutido
por el protestante Enrique Morglia; rogó, pues, al
Ministro de la Casa Real le obtuviese del Rey una
ayuda para aquella empresa, pues, estando ya
programada en el plano la construcción de unas
escuelas y un internado para los jovencitos más
pobres de los alrededores, se trataba de una obra
encaminada totalmente al bien público:
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