((**Es10.1134**)
Pocos días después decíale el Ministro que
cosiderara la gestión como favorablemente lograda.
Pero al mes siguiente, el 27 de febrero, después
de reiterarle que el Rey estaba conforme y que
también el ministro Vigliani había aprobado la
cesión, le presentaba un artículo del Pueblo
Romano, en el que se decía que se había reunido
una congregación de Cardenales para abrir en Roma
un instituto de don Bosco como el de Turín, que el
Padre Santo estaba conforme y también algunos
Cardenales; pero que íotros y el clero francés no
eran del mismo parecer! Vigliani, sacudiendo su
cabeza, repetía:
-Ahora se suprimen aquí las Ordenes
Religiosas,... y parecería que el mismo gobierno
se contradice si, a pesar de todo, íse prestase a
introducir en Roma una nueva orden religiosa!...
-íPero ésta, observaba don Bosco, no es ninguna
Orden Religiosa, sino una sociedad civil!...
((**It10.1235**))
Resultó, pues, que las gestiones fracasaron. Don
Bosco ya no insistió, porque comprendió que, el
encargarse del servicio religioso de la iglesia de
la antigua legación del Duque de Saboya ante la
Santa Sede, que desde 1870 era la iglesia
particular de la Casa reinante en Italia, podría
parecer a muchos un halago al Gobierno Italiano.
Pero no abandonó la idea de abrir una casa en
Roma y volvió sus ojos a la iglesia de San Juan de
la Pigna, cerca de Santa María de la Minerva
(donde está nuestra Procuraduría General desde
1902). Trató de ello con el cardenal Patrizi, que
se mostró favorable, y en otoño volvió a insistir:
Eminencia Rvma.:
Ruego a V. E. Rvma. me permita renovar la
molestia con relación al proyecto iniciado sobre
la iglesia de San Juan de la Pigna.
V. E. tuvo la bondad de decirme que, por su
parte, no había dificultad alguna en conceder su
dirección y el cumplimiento de las sagradas
funciones a la Congregación Salesiana, en cuyo
favor ya ha dispensado tantos actos de
benevolencia.
El Padre Santo se dignó pronunciar las mismas
palabras.
Su Excelencia, monseñor Vitelleschi, siempre se
mostró propenso a ello, como siempre lo fue en
todo cuanto se refiere a nuestra Congregación.
Pero los últimos acontecimientos han complicado y
suspendido toda deliberación.
Ahora me urgiría se pudiera llegar a una
conclusión favorable, porque tenemos verdadera
necesidad de que algunos de la Congregación puedan
residir en Roma; a este propósito se me ha
ofrecido la iglesia de los Tudescos, pero no es
muy conveniente. Nos convendría más, por todo
concepto, San Juan de la Pigna, por lo que me
encomiendo humildemente a la conocida bondad de V.
E.
Puede que alguien diga que se amenaza de
incautación a las cofradías. Es verdad; pero si la
iglesia está atendida, si la casa está habitada,
se encuentran las cosas en mejores condiciones que
cuando todo está vacante; podríase entonces
esperar alguna
(**Es10.1134**))
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