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la Congregación Salesiana, fieles cumplidores de
nuestras constituciones, llenos de verdadero celo
para trabajar por la gloria de Dios.
>>No es, pues, de extrañar que estas pérdidas
hayan sido amargamente lloradas en nuestra
Sociedad. Pero Dios, infinitamente bueno y sabedor
de lo que puede servir para nuestro mayor bien,
los consideró ya dignos de El. Puede decirse de
ellos que vivieron poco tiempo, pero que
trabajaron mucho, como si hubieran vivido largos
años: Brevi vivens tempora, explevit tempora
multa. Y nosotros tenemos fundados motivos para
creer que estos hermanos dejaron de trabajar con
nosotros en la tierra, pero que se han convertido
en nuestros protectores ante Dios en el cielo>>.
El año 1874 fue realmente memorable para
nuestra Pía Sociedad, no sólo por su legal
aprobación, sino por los incansables cuidados del
santo Fundador por difundirla en el extranjero y
enriquecerla con nuevos socios y cooperadores en
todas partes, y de este modo llevar a cabo un
apostolado más amplio para mayor gloria de Dios y
bien de las almas.
Desde 1871 había preguntado al Padre Santo si
consideraba conveniente abrir nuevas casas en
Italia o en Suiza, en la India, en Argelia, en
Egipto, o en California, de donde recibía
insistentes peticiones de Salesianos 1. Y Pío IX
le había contestado:
-Por ahora pensad en consolidaros en Italia.
Cuando llegue el tiempo de enviar a vuestros hijos
a otra parte, os lo diré.
E inmediatamente después de la aprobación legal
de la Pía Sociedad decíale el Padre Santo que
ensanchara su campo de acción, hasta donde lo
considerase conveniente.
((**It10.1233**)) 1.
Mientras estaba en Roma
Entre tanto, durante los meses que estuvo en
Roma, con la idea de la necesidad de abrir una
filial junto a la Santa Sede, reanudaba con
cuidado las gestiones para obtener la iglesia del
Santo Sudario de los Saboyanos, adonde iba a
menudo a celebrar. Se encargaba de ella, por
entonces, el canónigo Grosset Mouchet, de
Pinerolo, su admirador. El comendador Juan Visone,
Ministro de la Casa Real, le prometió hacer lo
posible ante el Rey para que fuese confiada a los
Salesianos, y don Bosco elevó la súplica oficial:
1 Véase en Apéndice N. I, el memorial del
Santo, donde hace mención de estas peticiones.
(**Es10.1132**))
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