((**Es10.1101**)me
olvidé aquí de rezar por usted y por la señora
condesa Luisa; augurándoles salud y gracia, me
encomiendo a sus oraciones y me profeso con
gratitud,
De V.S.
Afmo. Servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
5. Una herencia negada
Aquel otoño sufrió don Bosco otra contrariedad,
que duró largo tiempo y cuyo eco se repitió
también muchos años después de la muerte del
amadísimo Padre. Hacemos aquí una sintética
exposición del mismo, para refutar una voz
calumniosa.
Al comenzar la primavera de aquel año, fue por
urgentes asuntos a Liguria. Desde Alassio escribió
al conde Felipe Belletrutti de San Blas, que vivía
en Turín:
((**It10.1200**))
Alassio, 26-4-1873
Muy apreciado señor Conde:
Estos pobres jovencitos se encomiendan conmigo
a la caridad de V. S. para tener con qué comer y
vestir. Le envío veinte boletos de beneficencia
rogándole tenga a bien quedarse con ellos en favor
de los mismos. Si le parece que son demasiados,
devuelva con entera libertad los que no piensa
quedarse.
El sorteo se celebrará el primero de mayo.
Estoy en la casa de Alassio, pero dentro de
pocos días espero poder saludarle en Turín.
Dios le conceda toda suerte de bienes con el
precioso don de la salud y de la perseverancia en
el bien.
Con profunda gratitud tengo el honor de poderme
profesar,
De V.S.
Atto. s. s.
JUAN BOSCO, Pbro.
El conde Belletrutti era viudo y de edad
avanzada. Tenía un único hijo, ilegítimo, que le
había malgastado gran parte del capital, por lo
cual no quería dejarle más que lo prescrito por la
ley, es decir, lo suficiente para vivir. Andaba
preocupado para hacer el testamento, porque tenía
también dos sobrinos que le habían dado muchos
disgustos. Su sirvienta, María Chiesa, que
recordaba las relaciones que en algún tiempo había
tenido con don Bosco, y conocedora por otra parte
de las buenas obras que éste realizaba, <(**Es10.1101**))
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