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((**Es10.1089**) piadosa costumbre. Cada domingo entraba el amor eucarístico en su habitación y en el pecho de su fiel siervo... >>Se enteró del caso de Eugenio don Bosco, sacerdote de santa vida, celebérrimo en Italia y en el extranjero por sus obras de caridad, y como apreciaba muchísimo al piadoso joven, y éste a él, fue a visitarlo. No son para dichos la tierna compasión, de verdadero padre que él le mostró y los muchos agasajos que le tributó el enfermo y la alegría que recibió. Pero el ministro de Dios miraba especialmente al bien de aquella alma tan cara a Jesús; deseaba que la quisiese aún más aumentando en ella el amor y la confianza en María, por cuya mediación, más que por ninguna otra criatura, nos hacemos gratos al Infinito Bien. Se acercó a la cabecera de Eugenio con aquel manso, humilde y venerable aspecto que alegra y subyuga los corazones, y le dijo sonriendo: >>-íHijo querido! íQué contento estaría si te hubieses roto también la otra! >>->>Qué dice usted, Padre?, exclamó Eugenio. >>-Eso, continuó diciendo con toda calma el hombre de Dios; sí, eso; porque entonces podrías apreciar mejor el poder de la Virgen para curarte. íEa, ánimo y espera en María Santísima; a fines del mes podrás emprender el viaje! >>Y así sucedió en efecto 1>>. ((**It10.1187**)) Don Joaquín Berto se enteró de este hecho singular por la madre de Eugenio, en octubre de 1872, cuando estuvo unos días en la Virgen del Olmo, y oyó al hermano Roberto también esta declaración: <>. Tenemos una prueba de ello en la segunda visita que hizo a Eugenio a primeros de septiembre de 1873. <(**Es10.1089**))
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