((**Es10.1083**)
Un nuevo y ternísimo ejemplo de caridad de
nuestro Padre Santo Pío IX.
Parece increíble que un hombre solo pueda
llegar a tantas cosas, a tantos países, a tantas
situaciones humanas. Los hechos de cada día son
una prueba evidente, y un hecho reciente lo
confirma. Entre los muchachos internados en la
casa, llamada Oratorio de San Francisco de Sales,
hay un alumno, José Avalle, que, movido por la
miseria en que se encuentra su familia, resolvió
escribir una carta al Padre Santo manifestádole la
triste situación.
Expuso que él, por su lado, vive muy contento,
porque se encuentra en un colegio, donde no sólo
se le provee de todo lo necesario, sino que,
además, se le educa e instruye óptimamente. Pero,
añadía, que vive apenadísimo por la situación de
sus padres y de un hermano de nueve años, que se
halla en un estado muy diferente al suyo, pues
carecen de todo medio de subsistencia.
La carta llegó directamente por correo a manos
del Papa, que la leyó y se conmovió ante la
sencilla y lastimosa exposición. Pero quiso unir
la prudencia a la clemencia y encargó al cardenal
Berardi que escribiera e hiciese las oportunas
averiguaciones para asegurarse de la realidad del
hecho. Vio que todo correspondía a la verdad y el
caritativo Pontífice envió enseguida la bonita
cantidad de doscientas liras. Con ese dinero se
pudo proveer definitivamente a la educación del
pobre niño, que fue recibido en la maravillosa
obra del Cottolengo. Así la ciudad de Turín tiene
una familia más que bendice la bondad y la
inagotable caridad de Pío IX, que demuestra el uso
que hace del óbolo de San Pedro y enseña a todos
los hombres del mundo cuán útilmente se puede
emplear el dinero en favor de los desgraciados.
Al día siguiente presentaban al teólogo
Santiago Margotti un magnífico Album, cuyas
páginas estaban encabezadas con esta inscripción
en letras de oro: <>. Debajo
iban los autógrafos de muchos ilustres y
venerandos personajes italianos y extranjeros, que
unánimemente le animaban, después de veinticinco
años de lucha diaria en la prensa, a perseverar
siempre en el mismo camino. El Teólogo abrió el
Album y quedó conmovido al leer en la primera
página estas palabras del Papa:
((**It10.1181**)) <>. Pío
PP. IX 1.
Seguía después un epígrafe latino del cardenal
Berardi y las más cordiales y laudatorias palabras
de Arzobispos y Obispos, de Mauro Ricci, del Padre
Secchi, de Ondes Reggio, de Taccone Gallucci y del
1 Locutus est non placentia, sed vera, non ad
fabulas exponendas, sed ad veritaiem confirmandam,
et erudivit multos in semitis iustitiae. Deus
benedicat illum et protegat. PIUS PP. IX.
(**Es10.1083**))
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