((**Es10.1065**)
deduce que estas monedas son quizá un depósito
confiado al teólogo Golzio, y que, por tanto,
podría comparecer cualquier día alguna persona
reclamándolas.
Verdad es que en el reverso de dicho papel se
lee: Padre Santo.
Pero el coronel Monti, después de examinar
diligentemente todos los números de la Unidad
Católica, a partir del día de la muerte del
cuñado, no encontró nada, por lo que, el día 2 de
junio, escribió a monseñor Fratejacci, su íntimo
amigo, que estaba al corriente del asunto.
Muy interesados mi señora y yo en que la
veneranda voluntad de mi óptimo cuñado, el difunto
teólogo Félix Golzio, sea cumplida religiosamente,
acudí al diario Unidad Católica, a partir del 27
p. pdo. marzo, triste fecha de la muerte de mi
cuñado, hasta el día último de abril y no logré
encontrar que ninguna piadosa persona de Turín
haya ofrecido al Padre Santo quinientas liras;
((**It10.1161**)) pero
hay más: como el óbolo de dicho cuñado consistía
en veinticinco marengos en oro y, por aquellos
días, se cambiaba a veintitrés liras y media, o
mejor, a veintitrés liras con cincuenta y dos
céntimos, si los marengos se hubiesen convertido
en billetes de banco, la ofrenda subiría a
quinientas ochenta y siete liras y media y no sólo
a quinientas, salvo que las ochenta y siete liras
y media se descontaran para gastos de envío, lo
cual sería exhorbitante. Si el señor Arzobispo de
Turín no se hubiese apoderado tan
inconsideradamente de la herencia, que pertenece a
mi esposa; si no hubiese dispuesto a su talante de
los valores dejados por el querido difunto al
morir, se hubiera ahorrado una serie de
desagradables inconvenientes, hubiera sido posible
entregar el dinero destinado a Su Santidad en la
misma moneda en que estaba, e incluso mi señora,
recuperadas las escrituras de reconocimiento de
una renta suya particular, estaría ahora en
condiciones de recuperar un préstamo de más de
quince mil liras. Pero, como ya tuvimos el honor
de comunicarle, todo ha desaparecido al
desaparecer el testamento hológrafo. Si nos lo
permite, iremos a su acostumbrada hora de
audiencia a saludarle mañana para agradecerle la
benévola atención que nos ha prestado.
Monseñor Fratejacci se encomendó <>, y fue a ver
al Emmo. cardenal Antonelli; le expuso el caso
minuciosamente para saber qué partido convenía
tomar para favorecer al bonísimo y santo sacerdote
don Bosco, sin acudir a los tribunales con el
grave peligro de los comentarios e injurias de la
prensa. De vuelta a casa escribía a la señora
Eurosia:
El Emmo. cardenal Antonelli ha escuchado
atentamente todo y, compenetrado de la justísima
causa de la señora Eurosia, del mismo interés de
don Bosco y sobre todo de la respetable y sagrada
voluntad del difunto, el teólogo don Félix Golzio,
se dignó responderme con atenta sentencia:
<(**Es10.1065**))
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