((**Es10.1062**)
Roma, había asistido al Rector en los últimos días
otro sacerdote, el cual había rebuscado <>.
Fácil es imaginar el disgusto de la señora.
Pensaba recurrir a los tribunales, pero el abate
Botto, conde de Rovre, venerando sacerdote
octogenario, su consejero y confesor desde la
infancia, la indujo a proceder con la máxima
cautela <>. Así lo hizo, mas sin resultado
alguno. Comunicó lo sucedido a don Bosco,
<>, y <>,
concluía:
Si V. S. lo creyere oportuno, como espero, le
quedaré muy agradecida, si para tranquilidad de mi
conciencia, hiciese las convenientes
investigaciones y tuviese las oportunas
conversaciones con don José Begliati, para devanar
esa enredada madeja. Estoy segura de que desde el
Paraíso bendecirá mi hermano sus cuidados; en caso
contrario, sea lo que Dios quiera, y cargue con la
responsabilidad aquel a quien corresponda. íDios
juzgará! Sólo deseo, si tiene éxito el intento,
que los papeles de familia, que tampoco fueron
respetados, me sean remitidos, lo mismo que las
cuentas particulares de mi hermano, pues estos
documentos no deben salir de las manos de los
parientes.
Y remitía adjunta la nota de todo lo que el
hermano poseía, que, de acuerdo con el testamento
y sus declaraciones verbales, debía servir para el
rescate de los clérigos mencionados.
Antes de partir, fue dos veces al Oratorio para
exponer a don Bosco cómo dejaba las cosas. Como él
estaba ausente, apenas volvió a Roma, le escribió:
((**It10.1158**))
Consultada la cuestión con el insigne abate Botto,
mi confesor desde la infancia, me aconsejó que, si
no pudiera llegar a encontrar aquellos papeles y
valores, no acudiera a los Tribunales para
entablar un proceso, que sería muy ruidoso, aparte
del escándalo promovido por los diarios, que lo
harían tema de artículos, lo que redundaría en
grave detrimento del sacerdocio.
De buen grado acaté estas sabias sugerencias
sobre todo porque el benévolo Abate me aconsejaba
que, con toda prudencia y constancia, intentase se
cumpliera la voluntad del testador. Fue él quien
me convenció para que intentara volver a hablar
con don José Begliati. Este, después de urgentes
apremios y tras repetir su conocimiento de todo lo
que poseía su Superior, llegó a declarar que los
valores y el dinero, guardado en dos paquetes
distintos, uno con veinticinco marengos 1 y
dedicatoria
1 Marengo: antigua moneda de oro francesa (N.
del T.)
(**Es10.1062**))
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