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Bonafons, que había sido jefe de una
importantísima casa comercial en Piamonte y dejaba
heredero de gran parte de sus bienes al
Ayuntamiento de Turín, con el fin de fundar un
gran instituto agrícola para muchachos pobres,
desamparados y necesitados de socorro. La Junta
nombró una Comisión para redactar el Reglamento
orgánico del Instituto. Este se discutió y aprobó
en 1870 y, cuando el gobierno reconoció, en marzo
de 1871, la nueva Colonia Agrícola como un ente
moral, el Consejo Municipal pensó en don Bosco, a
quien todos admiraban por su habilidad para educar
a los muchachos pobres. A tal efecto se
presentaron en el Oratorio algunos miembros de la
Comisión, acompañados por un asesor, el comendador
Ernesto Riccardi di Netro, y, después de haber
hablado un rato sobre la manera de dirigir por el
buen camino a tantos menores corrigendos, le
hicieron la propuesta. Don Bosco, cuando se
trataba de obras de beneficencia, no dejaba que se
malograran por su culpa, así que en seguida
contestó que se prestaba a aceptar tan honroso
encargo, pero con esta condición:
-Entiendo que se me deje plena libertad en la
administración y dirección interna; de otro modo
no puedo responder de la buena educación y
conducta de los jóvenes...
El comendador Riccardi y los otros miembros de
la Comisión encontraron justa la declaración.
Entonces don Bosco preguntó a cuánto ascendería la
renta asignada para los gastos del Instituto. Le
contestaron:
-íSetenta mil liras al año!
((**It10.107**)) -Bien,
denme setenta mil liras y yo me encargaré de lo
necesario para la administración interna; pero en
la administración externa no quiero ni debo
mezclarme. Esto es asunto suyo.
->>Y a cuántos muchachos piensa usted atender
cada año con esta cantidad?
-Cuatro veces setenta, es decir, doscientos
ochenta.
->>Qué dice? >>Doscientos ochenta muchachos?
>>Cómo se las va a arreglar para mantenerlos con
setenta mil liras?
-Eso corre de mi cuenta.
-Pero >>cómo los tratará?
Don Bosco expuso el trato que se daba a los
alumnos del Oratorio en la comida, el trabajo, el
estudio, el recreo y el método educativo. La
Comisión quedó admirada, lo calificó de hombre
singular, cortado para la juventud; y concluyó que
el partido, por él propuesto, era el mejor y el
más económico de cuantos pudieran imaginarse. Por
fin le dijeron claramente:
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