((**Es10.1005**)
Otro importantísimo documento
Nuestro querido Lemoyne recogió, en los
ejercicios de 1873, algunos consejos, dados por
don Bosco en diversas circunstancias, acerca de
las relaciones espirituales entre los Directores
de las Casas y sus dependientes, acerca de las
visitas del Rector Mayor, acerca del estudio
((**It10.1094**)) de lo
relacionado con el sacramento de la confesión,
etc., etc., y que debemos tener presentes.
Verdad es que, en aquellos tiempos, los
directores eran normalmente confesores de las
casas, por lo que hoy, dada la prohibición
absoluta de confesar a los propios súbditos, las
recomendaciones y consejos del Santo parecerían
haber perdido su antiguo valor. Pero su fin era
hacer de las casas salesianas otras tantas
familias, en las que el Director fuera <>,
y éstos otros tantos hermanos, formando un solo
corazón y una sola alma. Después del Decreto de la
Suprema de 1901, por desgracia ese espíritu de
familia, acariciado por nuestro Fundador, se ha
ido debilitando acá y allá. Para que florezca de
nuevo y se conserve vivo para siempre, ayudará
infaliblemente practicar las suaves exhortaciones
paternas que aparecen en las frases, que
reproducimos en letra cursiva, al transcribir
literalmente el precioso documento.
<< 1. El Director es el confesor nato de los
que pertenecen a la ón.
Dios mismo le encarga que los ayude en la
vocación. Es también el confesor ordinario de los
jóvenes, para conocer las vocaciones e
infundirles, si es posible, el espíritu de la
casa. Déjese plena libertad para la elección del
confesor, pero envíense a él todos aquellos
muchachos en los que aparecen indicios de
vocación. Si éstos dijeren que no se atreven, y el
no atreverse fuera efecto de culpas graves, de
mala conducta, sería una señal en contra de su
vocación.
>>Nadie tema confesarse con el Director. El es
un padre, que no puede más que amar y tolerar a
sus hijos.
>>2. El Rector Mayor es el confesor
extraordinario. Cuando hace la visita a una casa,
primero el Director y después los otros miembros
de la Pía Sociedad expónganle el estado de su
conciencia; a continuación háganlo los jóvenes.
Pero sean siempre los primeros los que pertenecen
a la Pía Sociedad. El espíritu de la casa debe
transfundirse del Rector a los Directores (hoy
diría del Rector Mayor a los Inspectores, de los
Inspectores a los Directores) y de éstos a los
otros. El Rector Mayor refuerce siempre en estas
visitas los vínculos de unión de los miembros de
la Casa con el Director. Por consiguiente, hable
con todos y disipe las sombras, las desconfianzas,
los rencores, que con tanta facilidad nacen y
después duran mucho tiempo, si la caridad no pone
remedio.
>>3. Los Directores no castiguen nunca, ni
riñan, no amenacen a los jóvenes, sino que, con
entrañable caridad, representen la bondad de Dios.
Los castigos y los reproches corren por cuenta del
prefecto. ((**It10.1095**)) Basta
un momento para perder la
(**Es10.1005**))
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