((**Es1.82**)
-Mira: aunque hubiera sido culpable, tú podías
haber aceptado sus disculpas y haberle ahorrado
aquella vergüenza. Además, te hago notar que tus
últimas palabras estaban de sobra. Una vez que
pudiste recobrar el pavo, no había necesidad de
más.
-Entonces, he hecho mal?
-No digo eso: tu intención era buena y la cosa
resultó bien. Pero
ten cuidado de no hablar con otros de lo sucedido;
y si te encuentras
alguna vez con ese hombre, dale a entender que lo
has olvidado todo. Recuerda que tener un solo
enemigo ya es demasiado.
Con todo, es de advertir que si Margarita era
maestra de prudencia,
tambien acostumbraba a los hijos, con su ejemplo,
a ser valientes. He aquí, a ese propósito, una
graciosa anécdota.
Uno de aquellos años se lamentaban los
campesinos de la escasa cosecha de uva y, dado su
alto precio, la guardaban con esmero al acercarse
la vendimia.El hecho es que algunos ladronzuelos
merodeaban de noche y devastaban las viñas para
abastecer, a costa de los demás, las propias
bodegas.((**It1.83**))
Mamá Margatita, que vivía en una casa aislada,
rodeada de bosques y se encontraba sola con tres
niños, no estaba en condiciones de alejar a quien
fuera a robarle lo suyo. Siempre corría el peligro
de encontrarse una mañana vendimiados los mejores
racimos de su viña. Algunas cepas, próximas al
camino, ya habían sido vendimiadas por los
maleantes. Pero ella tenía un no sé qué de varonil
en su modo de pensar y de actuar, que no se
amilanaba por nada. Vio un día a un hombre que
caminaba junto a su viña, como quien disfruta
dando un paseo; pero advirtió que, de vez en
cuando, se fijaba con atención en la estacada como
quien proyecta por dónde saltar. Margarita
sospechó que aquella noche le iban a dar una
sorpresa y, poniéndose en guardia, llamó a sus
hijos y les dijo: -Me temo que esta noche quieren
robarnos las uvas: así que vamos a estar alerta.
Vosotros no diréis una sola palabra, guardéis
silencio sepulcral y,
cuando yo dé la señal, gritaréis con toda el alma
y haciendo el mayor
ruido posible <<íal ladrón!, íal ladrón!>>
Ya anochecido, salió Margarita de casay, a
oscuras, se sentó en tierra con sus hijos al lado.
Pasado poco tiempo, apareció una sombra al fondo
del campo, dió vueltas alrededor de la estacada,
saltó a la viña, se metió entre las cepas y se
paró. Margarita observaba. Reinaba el silencio.
Los niños esperaban la señal. Cortó aquel hombre
el primer racimo y Margarita gritó: -íLadrón!
Quieres ir al infierno por unas uvas? -Y los tres
chiquillos empezaron a vocear:-íA los
ladrones!íAlos ladrones!íPronto, por aquel
lado!íGuardias,(**Es1.82**))
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