((**Es1.75**)
del valle y apenas estuvo a su lado le dijo: -Qué
tal le ha ido, madre?
Ha tenido buen viaje?
-íSí, Juan de mi alma!Y tú , estas bien?,estas
contento?,has sido bueno?((**It1.74**))
íAy, mamá!Mire -y le presentaba la vara.
-íVaya, hijo mío!A que me has hecho unas de las
tuyas...
-Sí; merezco de verdad que esta vez me
castigue.
-Qué te ha sucedido?
-Me subí así, así...;y desgraciadamente he roto
la aceitera. Cómo sé que me merezco un castigo, le
he traído esta vara para que me mida las costillas
y se ahorre la molestia de ir a buscarla.
Mientras tanto, Juan le presentaba la vara
adornada y miraba la cara de su madre con aire
picarón, entre tímido y gracioso. Margarita
observaba a su hijo y la vara y, sonriendo ante la
infantil estratagema,
le dijo al fin:
-Siento mucho lo que te ha sucedido, pero
deduzco, por tu modo de obrar, que no has tenido
la culpa y te perdono. Y no olvides nunca mi
consejo. Antes de hacer algo, piensa en las
consecuencias. Si hubieras mirado a ver si había
algo que se pudiera romper, habrías subido más
despacito, habrías observado alrededor y no te
habría sucedido nada malo. No sabes que desde
pequeño se acostumbra al atolondramiento, cuanto
llega a mayor sigue siendo irreflexivo y se
acarrea muchos disgustos y, a lo mejor, se expone
a ofender a Dios? íSé, pues, juicioso!
Siempre que hacía falta solía repetir Margarita
estas lecciones, y con tanta eficacia de palabra,
que iba logrando que sus hijos se fueran haciendo
más cautos en lo sucesivo.
<>1. Esta
sabiduría le enseñará,
además, a no merecer represiones, a aceptarlas
cuando las merece y hasta evitar las consecuencias
con humildad y sinceridad. Así hacía Juan; pero en
este episodio, no se vislumbra(75**))
ya un rasgo de aquella política cristiana que, con
la sencillez de la paloma y la prudencia de la
serpiente, tuvo que emplear él tantas veces para
defender sus instituciones y romper las redes que
le tendían sus adversarios, sin hacérselos
enemigos?
Notemos también aquí la gran diferencia que
media entre Margarita
y muchos padres, que no saben educar a los hijos
en el amor al orden y a la economía, antes, al
contrario, ellos mismos les dan ejemplo de
descuido y de precipitación y, a la minima
contrariedad
//1 Prov.,XV,5.//(**Es1.75**))
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