((**Es1.73**)((**It1.71**))
CAPITULO IX
MARGARITA ACOSTUMBRADBA A SUS HIJOS A
LA LIMPIEZA
A LA REFLEXION Y A UNA VIDA AUSTERA Y
DISCIPLINADA
MARGARITA, a más del orden y la hermosura del alma
de sus hijos y de la dócil y constante alegría
que quería ver en todas sus acciones, les exigía
oreden y limpieza en su persona. Este solícito
empeño estaba de acuerdo con el Espíritu del
Señor: <>1. Poe eso,
Margarita procuró presentar a sus hijos, hasta los
ocho o diez años, bien aseados, y hasta se gozó en
prestar cierta elegancia a su manera de vestir.
Sobre todo, los domingos les ponía el traje de
fiesta, arreglaba su cabello, naturalmente rizado,
que ella dejaba crecer un poco y que
luego recogía y ataba con un lazo, según la
costumbre. Tomándoles después de la mano los
llevaba a misa. A veces permitía que Antonio fuese
delante con el mayorcito, a pocos pasos, de modo
que no se alejara de su vista. Los que se
encontraban con aquella ((**It1.72**)) familia,
especialmente las madres, se paraban para
congratularse con Margarita. -íAy! íQué niños tan
guapos! -decían-, ísi parecen ángeles de verdad!-
Margarita gozaba grandemente con tales elogios.
Experimentaba en lo íntimo de su corazón, mas con
mayor nobleza, los mismos sentimientos que un día
manifestaba la madre de los Gracos, al responder a
los romanos que le pedían les enseñara sus
joyas:-íEstas son mis perlas!
Y presentaba a sus hijos. Para Margarita los
hijos eran su mejor
tesoro, su ornamento su gloria.
Los hijos, camino de la iglesia, al ver entre
la gente que se iba
//1 Eclesiastés, IX, 7-8.//(**Es1.73**))
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