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((**Es1.68**) -Y se apartaba. Antonio, ante tales palabras, permanecía acobardado, confundido, y volvía sobre sí mismo, bajaba la cabeza y se alejaba. Fueron frecuentes los accesos de ira de Antonio, pero siempre quedaron deshechos por las palabras delicadas de Margarita, que ponía en práctica el generoso consejo de los Proverbios: <>. De todos modos, Antonio nunca pasó de la amenazas, y aun de éstas pidió siempre perdón al cesar el ímpetu de la pasión, especialmente gracias a los avisos serios que no dejaba de darle la abuela. Con el correr de los años se dominó de tal modo que dejó fama, viva todavía actualmente, de hombre distinguido no sólo por su hombría de bien y por su buen trato con todo el mundo, sino además de amigo fiel que sabía despertar la alegría allí donde se presentase. El respeto y el amor, que en realidad anidaban en su corazón, no siempre al sereno y a la vista, para con Margarita, se manifestaron claramente cuando se puso a vivir por su cuenta, al repartirse los bienes paternos. Iba muchas veces a visitar a la madrastra, a la que siempre llamaba con el dulce nombre de madre, mientras vivió en Morialdo; y cuando ella trasladó a Turín su domicilio, iba desde I Becchi para disfrutar del consuelo de pasar unas horas con ella, escuchando con reverencia sus consejos. Mientras tanto, en la escuela de su madre, Juan aprendía aquella admirable dulzura y aquel método que prevenía los desórdenes y que hace al educador dueño del corazón de sus alumnos. 1 Prov., XIX, 18.(**Es1.68**))
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